El problema en los Estados Unidos no es económico y mucho menos su sistema bancario, es la polarización política la que está poniendo en riesgo la salud financiera de los ciudadanos.
El Político
Hasta los momentos los denodados esfuerzos de la administración Biden parecen dar resultados. El gobierno logró contener los problemas de los bancos californianos, ya que no se produjo ninguna avalancha bancaria después de que el gobierno federal aceptara garantizar los depósitos del SVB y del Signature Bank.
Sin embargo, la posibilidad de que otro banco quiebre no está descartada.
Por qué es importante
El problema económico estadounidense, que no es sencillo, enfrenta una situación hiperpolitizada que se desarrolla en la propia capital, Washington y que tiene en la campaña republicana de 2024, su principal drama.
A medida que se agita una nueva campaña presidencial y con las relaciones entre los dos partidos fracturadas, quizás como nunca antes, tras una insurrección sin precedentes en el Capitolio, está claro que la desconfianza partidista abierta es una amenaza nacional que podría obstaculizar los esfuerzos para hacer frente a graves crisis financieras y de otro tipo.
Es cierto que en una futura crisis financiera, la administración de Biden no tiene capacidad para sofocar la posibilidad de contagio y necesita ayuda. Es necesaria una colaboración con el Congreso.
Los principales líderes del Congreso salieron de una angustiosa sesión informativa en el despacho de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, asombrados ante la posibilidad de un desastre económico con el potencial de acabar con el sistema bancario y los ahorros de millones de estadounidenses.
Si el techo de la deuda no se eleva a finales del verano, la calificación crediticia de Estados Unidos podría astillarse y la economía podría sumirse en el caos.
Los cheques de la Seguridad Social podrían detenerse y el ejército podría no cobrar. Los ahorros para la jubilación podrían desplomarse si los mercados entran en caída libre.
Y en este momento, hay pocos indicios claros de que un sistema político quebrado en Washington sea capaz de conjurar el peligro a tiempo.
Conclusión
Aunque los beligerantes líderes políticos eligieron sus propias causas de la crisis del SVB, la mala gestión y una confluencia de difíciles condiciones económicas parecen ser los mayores culpables del repentino colapso del banco.
En busca de un mayor rendimiento de las inversiones, el banco se aprovisionó de instrumentos financieros federales, apostando de hecho por un período prolongado de bajos tipos de interés.
Pero cuando la Reserva Federal siguió subiendo los tipos para atemperar la alta inflación, el valor de esos bonos cayó, dejando al banco en un profundo agujero, que finalmente llevó a los clientes a tratar de sacar su dinero.