El expresidente de Perú, Pedro Castillo, intentó el pasado 7 de diciembre de 2022 un autogolpe, que falló al mismo estilo del expresidente Alberto Fujimori, el 5 de abril de 1992.
El Político
Pero a diferencia de 1992 con Fujimori, Castillo no contó con el apoyo de las Fuerzas Armadas y a un partido político para mantenerse en el cargo hasta el año 2000.
A Castillo no solo los militares le dieron la espalda, sino también sus propios ministros, quienes fueron renunciando minutos después de que el expresidente anunciara la repentina disolución del Parlamento, y terminara, en cuestión de horas, preso.
Castillo detenido en Perú
Por el momento, el Poder Judicial ha ordenado siete días de detención preliminar contra Castillo, como parte de una investigación inicial que se le sigue por el presunto delito de rebelión.
El juez supremo Juan Carlos Checkley accedió al pedido de la Fiscalía, alegando que la medida era necesaria para realizar pesquisas orientadas a, entre otras cosas, identificar qué otros funcionarios participaron en el presunto delito de rebelión.
Asimismo, para evitar el riesgo de que Castillo se fugue al extranjero, citando la intención de este de ir a la embajada de México en Lima al momento de su detención.
Precisamente, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha confirmado que Castillo lo llamó por teléfono para pedirle asilo y ha reiterado su intención de brindarle esa protección. Pero, ¿es posible que la Justicia peruana le deje a Castillo el camino libre para un exilio mexicano? ¿Qué le espera al maestro rural en términos judiciales?
Prisión de 20 años
"Un asilo no es posible. Ya existe un proceso legal de la Justicia peruana. Otra hubiese sido la circunstancia, si es que Castillo lograba entrar en la embajada mexicana”, explica a DW desde Lima el abogado penalista Carlos Rivera Paz, del Instituto de Defensa Legal (IDL).
En ese sentido, el ofrecimiento de AMLO, cree el especialista, parece más bien para "las tribunas y una determinada comunidad internacional".
En esa misma línea, el politólogo peruano José Alejandro Godoy recordó los lazos estrechos que ha habido entre ambos dirigentes izquierdistas: "López Obrador ha tenido una relación cercana con Castillo. Es básicamente una relación padre-hijo”.
De lo que Castillo debería estar realmente preocupado son las dos décadas, como mínimo, que podría pasar en prisión. "Es probable que, después de los siete días de detención preliminar, Castillo reciba 36 meses de prisión preventiva”, afirma el jurista Rivera Paz.