Si la carrera está reñida y depende de Pensilvania, pueden pasar días hasta que sepamos el ganador. Eso sin contar las disputas legales para las que ambas campañas ya se preparan.
"Estamos seguros de que tomará más tiempo del habitual (…) Probablemente no sabremos los resultados la noche de las elecciones", advirtió el gobernador Tom Wolf la semana pasada.
El Político
Ambos candidatos han evidenciado la importancia del Medio Oeste, con numerosas visitas a la zona, y la agenda del equipo de Biden el 2 de noviembre refuerza esa idea: tanto él como su compañera de fórmula, la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris, pasaron el día haciendo campaña en Pensilvania.
Biden, además, visitó Ohio, otro estado péndulo, considerado una suerte de adivino: cada candidato presidencial que apoyó desde la Segunda Guerra Mundial, acabó llevándose la Casa Blanca.
Trump, por su parte, redobló sus esfuerzos de final de campaña con mítines en Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin este mismo lunes.
Wisconsin y Michigan presentan una situación similar a la de Pensilvania en términos de difusión de resultados, aunque en su caso, las probabilidades de conocer la mayor parte de los datos durante la noche y la madrugada del día 4 parecen mayores.
"Creo que seremos capaces de saber los resultados de la elección en Wisconsin, esperemos que esa misma noche o quizá como tarde al día siguiente", dijo el gobernador Tony Evers a principios de mes.
Un importante detalle sobre ese estado, con 10 votos electorales en juego: la legislación estatal no permite que las autoridades locales paren la contabilización de votos y continúen el miércoles, por lo que será una noche larga para muchas localidades.
Las posibles e importantes sorpresas: Georgia, Arizona, Texas
Los cambios demográficos que experimentan Georgia, Arizona o Texas —con sociedades cada vez más diversas— parece estar dando una nueva esperanza a los demócratas.
Los tres (con 65 votos electorales en conjunto) tienen una asentada tradición de voto republicano. Los tres apostaron por Donald Trump en 2016. Y los tres se consideran estados en juego este año.
Quizá el más sorprendente de todos ellos —y el más improbable— sea Texas, que no vota por un candidato demócrata desde 1976 y se ha empezado a considerar "campo de batalla" desde hace relativamente poco.
Los analistas prevén conocer gran parte de los resultados de Arizona, donde las encuestas dan a Biden la victoria por un 1,1%, durante la noche electoral, pero si la ventaja de uno u otro candidato no está clara puede que no provean un resultado final en días.
Georgia y Texas, por su parte, "deberían realizar el conteo de la mayoría de votos el 3 de noviembre, pero el escrutinio se podría alargar hasta el miércoles o jueves"
Trump se llevó Texas en 2016 con el 52,2% de los votos.
En el caso de Texas, el estado no ha relajado las medidas para poder votar por correo, como sí han hecho otros territorios del país que verán un gran porcentaje de sufragios emitidos de ese modo; pero ya ha superado la participación que registró en 2016, impulsada por el voto anticipado en persona.
Si Biden —que ahora va más de 2 puntos por detrás en las encuestas en ese estado— consiguiera llevarse el gran Texas, sumaría 38 votos electorales… y haría historia, pero no parece probable.
"La participación está siendo alucinante. No tiene precedentes en nuestra historia", subrayaba la semana pasada en conversación con BBC Mundo David Becker, director ejecutivo del Centro de Investigación e Innovación Electoral y exfuncionario del Departamento de Justicia.
¿Qué pasa si no hay un claro ganador?
Si no hay resultados claros el 3 de noviembre, tendremos que esperar días -o semanas- a que acabe el escrutinio.
Es habitual que todos los votos no sean contabilizados en la noche electoral pero este año puede tomar aun más tiempo.
Además, podrían producirse disputas legales, lo que añadiría incertidumbre al proceso y puede llevar a que las cortes jueguen un rol en las elecciones. Como ocurrió en el 2000, con Gore vs. Bus