El Partido Conservador, que se ha mantenido en una especie de limbo frente al gobierno del presidente Juan Manuel Santos en su segundo mandato (no forma parte de la coalición pero respalda muchas iniciativas del Ejecutivo en el Congreso y tiene miembros suyos en el gabinete ministerial ), será a partir de ahora mucho más cercano a los lineamientos de la Casa de Nariño.
Luego de casi tres años de tensiones en los que el Directorio Nacional Conservador tomaba distancia del Gobierno, pero los sectores parlamentarios lo respaldaban, ahora el partido en pleno jugará más al lado de Santos.
Los sectores conservadores favorables al Gobierno asumieron el control del partido y eso quedó demostrado con la llegada del senador Hernán Andrade a la presidencia de la directiva nacional.
Uno de los principales réditos para el gobierno de Santos de esta nueva postura del conservatismo será un mayor apoyo al proceso de paz, mucho más decidido.
Aunque líderes conservadores como el expresidente Andrés Pastrana, el exprocurador Alejandro Ordóñez y la exministra Marta Lucía Ramírez se mantienen en radical oposición al proceso de paz, el partido como tal respalda esa política.
Andrade dijo recientemente que “si Colombia firma la paz, el salto cuantitativo y cualitativo será monumental. Me la juego por la paz. Estamos rodeando y acompañando al presidente Santos en este propósito”.
Una bancada estratégica
Los conservadores, desde hace mucho tiempo, se han convertido en una bancada estratégica en el Congreso. Con 18 senadores y 27 representantes a la Cámara son determinantes a la hora de aprobar o negar leyes o reformas constitucionales en el Parlamento.
Aunque no forman parte de la coalición de Gobierno, de manera oficial, los conservadores han tenido posiciones de alta responsabilidad. Comenzando por el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien ha logrado una alta ascendencia en el Congreso y en la orientación de la economía.
También han estado al frente de carteras estratégicas como Agricultura y Minas.
Poco a poco, los conservadores han ido perdiendo poder regional, pues cedieron posiciones en alcaldías y gobernaciones, pero mantienen un respaldo superior a los dos millones de votos en las elecciones legislativas.
Los retos para el 2018
El Partido Conservador, que durante casi 150 años se alternó en el poder con los liberales, no es hoy un actor tan definitorio.
Los últimos dos presidentes ‘azules’ (Belisario Betancur, 1982-1986, y Andrés Pastrana, 1998-2002) llegaron al poder en alianza con otros partidos.
Desde el 2002, los conservadores han fracasado con sus propios candidatos presidenciales y han terminado apoyando a los presidentes de turno, lo que les ha asegurado, siempre, participación en todos los Gobiernos.
A partir de ahora, esas huestes se enfrentan al desafío de elegir un candidato presidencial propio, con opción de poder, o apoyar a uno de sus afines para el 2018.
En todo caso, ya hay tres figuras conservadoras que se disputan la candidatura del partido: Alejandro Ordóñez, Marta Lucía Ramírez y posiblemente el actual ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
Aunque Ordóñez y Ramírez mantienen firme la militancia en su colectividad, también han dejado notar mucha cercanía con el Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe y no se descarta que se abra paso algún tipo de alianza entre ellos. De hecho, se pusieron de su lado en las radicales críticas al proceso de paz con las Farc.
Para Hernán Andrade, el nuevo presidente de los conservadores, el reto del partido a partir de ahora “es superar la división” que les ha dejado la profunda discusión sobre apoyar o no el proceso de La Habana y convertirse en un actor definitorio en el 2018.
Con información de El Tiempo