El Parlamento de Túnez retiró el sábado por la noche su apoyo al primer ministro, Habib Essid, después de una maratoniana moción de confianza que se alargó más de doce horas. Essid recabó tan solo los votos de 3 diputados, mientras otros 118 votaron en contra y 27 se abstuvieron. La sesión puso fin a la crisis gubernamental iniciada el pasado 2 de junio, cuando el presidente del país, Beji Caïd Essebsi, propuso la formación de un nuevo gobierno de “unidad nacional”. Después de año y medio en el cargo, y dos meses de duras presiones para forzar su dimisión, Essid decidió someterse a una moción de confianza.
“Soy consciente de que el voto será en mi contra … No venido a obtener los 109 votos [necesarios para sostener el Ejecutivo], he venido a exponer las cosas al pueblo y a los diputados”, dijo Essid, un tecnócrata independiente de 67 años, al inicio de su intervención. El primer ministro defendió la obra de su Gabinete en momento difícil, y reiteró la necesidad de respetar la Constitución, que establece un sistema semi-presidencialista parecido al francés y no ortorga al presidente de la República la potestad de destituir al premier.
Después de las elecciones legislativas de finales del 2014, los dos grandes partidos, Nidá Tunis, laico e integrado por varias personalidades vinculadas al régimen del derrocado dictador Ben Alí, y Ennahda, islamistas moderados, sellaron una alianza junto con otros dos partidos. El pacto entre adversarios ha servido para suavizar la profunda polarización que experimentaba el país, el único de los protagonistas de la Primavera Árabe dónde ha culminado una transición a la democracia. Sin embargo, eso no se ha traducido en soluciones para la grave crisis económica y social que padece Túnez, y que provocó unafuerte ola de protestas en enero.
Precisamente, estas carencias son las que han señalado en sus intervenciones los diputados de la mayoría como razón principal para sustituir a Essid. "El próximo Gobierno debería tener un mayor coraje para emprender las reformas necesarias, es ahí donde el Gobierno actual ha sido criticado", explicó en los pasillos de la Asamblea Ali Larayedh, vice presidente de Ennahda y primer ministro durante el periodo transicional.
No obstante, según los medios de comunicación locales, el verdadero motivo de la caída del primer ministro responde a su enfrentamiento personal con varios líderes de Nidá Tunis, y muy especialmente el hijo del presidente, Hafez Caïd Essebsi. Eso mismo, el moverse por intereses personales, les achacó el principal partido de la oposición en el debate parlamentario. “La mayoría favorece a la corrupción y sus actos se basan en cálculos políticos”, espetó Zied Lajder, miembro del Frente Popular, una coalición de izquierdas.
Las cuatro fuerzas que integran la mayoría parlamentaria, a las que se sumaron diversos partidos menores, firmaron el pasado 13 de julio un documento que recoge las prioridades del nuevo Ejecutivo, y que apenas aporta novedades respecto a las políticas del actual Ejecutivo. En cambio, tras dos meses de negociaciones y rumores, la mayoría gubernamental todavía no ha encontrado una figura de consenso para ocupar el cargo de primer ministro.
"Seguramente, será una persona que pertenezca a un partido, o al menos un independiente que entienda mejor la política tunecina" declaró Larayedh, que abrió la puerta a que su partido apoye un dirigente de Nidá Tunis. Así pues, aún le quedan nuevos episodios al culebrón en el que se ha convertido la política tunecina, y que la mayoría de la población sigue sin demasiado interés. Según la Constitución, el presidente dispone de diez días para proponer un nuevo primer ministro al Parlamento.
Con información de El País