El Papa Francisco, desde el balcón central de la basílica ha repasado las "heridas de la humanidad, y la bendición ‘Urbi et Orbi’, "a la ciudad de Roma y al mundo", reservada para circunstancias especiales como la elección papal, la Navidad o la Pascua.
Apolinar Martínez/El Político
"Llevo en el corazón a las numerosas víctimas ucranianas, a los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas".
-Tengo ante mis ojos la mirada de los niños que se quedaron huérfanos y huyen de la guerra. Mirándolos no podemos dejar de percibir su grito de dolor, junto con el de muchos otros niños que sufren en todo el mundo: los que mueren de hambre o por falta de atención médica, los que son víctimas de abusos y violencia, y aquellos a los que se les ha negado el derecho a nacer.
Paz en Ucrania
"Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles", ha clamado.
-Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años.
"¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?,'" ha reclamado, recordando el Manifiesto Russell-Einstein de julio de 1955.
-Hemos pasado dos años de pandemia, que han dejado marcas profundas. Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos», ha constatado. La guerra ha demostrado lo contrario.
Según el Papa, "necesitamos al Crucificado Resucitado para creer en la victoria del amor, para esperar en la reconciliación, necesitamos que se ponga en medio de nosotros y nos vuelva a decir: ‘¡La paz esté con vosotros!".