El papa Francisco sufrió este jueves una caída sin gravedad mientras se dirigía al altar para presidir una misa ante el santuario de Jasna Gora, en la ciudad polaca de Czestochowa, según las imágenes transmitidas por televisión.
Francisco cayó de un escalón mientras se dirigía al altar y tuvo que ser levantado por un grupo de religiosos que lo asistían, tras lo cual prosiguió la celebración sin problemas.
Francisco llegó a bordo del papamóvil a la explanada del popular santuario de Jasna Gora, el lugar donde desde el siglo XIV se venera el icono de la "Virgen Negra", llamada así por el color de su piel y donde una muchedumbre silenciosa lo esperaba.
Igual que sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco donó una rosa de oro, el regalo tradicional que los pontífices ofrecen a los santuarios marianos.
Desde el altar, con el santuario a sus espaldas, el papa argentino presidió una misa solemne con ocasión del 1050 aniversario del bautismo de Polonia, entre los países más católicos del mundo.
"Dios prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más grande. Ser atraídos por el poder, por la grandeza, por la visibilidad es algo trágicamente humano", dijo Francisco ante la multitud, que según algunos medios locales superaba las 200.000 personas, la mayoría polacos.
El papa inició su segunda jornada en Polonia con una visita privada al anciano cardenal polaco Franciszek Macharski, de 89 años, hospitalizado en Cracovia, y sucesivamente se reunió con las monjas de las Hermanas de Presentación en un monasterio de la ciudad.
Francisco llegó el miércoles a Polonia para una visita de cinco días, donde una multitud festiva de jóvenes católicos de todo el mundo lo espera este jueves en el enorme parque de Blonia, en el centro de la ciudad, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, conocida como el "Woodstock" de los católicos, creado por Juan Pablo II en 1986.
La víspera, el pontífice argentino pronunció un discurso fuerte y político para pedir al gobierno polaco que acoja a los refugiados, un tema espinoso que incomoda hasta al episcopado.
A bordo del avión, el papa se refirió al asesinato el martes en Francia de un sacerdote e insistió en el concepto de que el mundo está en guerra, "una tercera guerra mundial a pedazos", que aclaró no se trata de una "guerra de religiones".
Con información de El Espectador