Mientras el Senado de los Estados Unidos aprobaba la constitucionalidad del juicio político contra en la ciudad de Palm Beach, en la Florida, los ediles se reunieron en una teleconferencia para debatir si Donald Trump puede vivir en su club privado, Mar-a-Lago.
El Político
La audiencia del ayuntamiento siguió a las objeciones de vecinos de Trump que compraron sus propiedades en las proximidades de un club en el que no se permitían residentes permanentes, y ahora tienen uno con custodia del Servicio Secreto.
Además, hace casi 30 años el abogado de Trump, por entonces Paul Rampell, dijo a la junta municipal que él no viviría en Mar-a-Lago si le otorgaban los permisos necesarios para convertir la propiedad, que era una residencia, en un club cuyos miembros sólo podían ocupar tres periodos no consecutivos de hasta siete días cada uno por año.
Ese compromiso, curiosamente, no fue incluido en el texto final del arreglo de zonificación, a cuya letra se atiene el republicano, reportó Infobae.
Trump y su estadía en Mar-a-Lago
El argumento de los abogados de Trump es que técnicamente el ex presidente es un empleado de la corporación propietaria de Mar-a-Lago, y el acuerdo escrito sólo prohíbe que los miembros del club vivan allí
Según otras normas de la ciudad de Palm Beach, un club puede brindar residencia a sus empleados. Los ediles escucharon a la fiscalía, que acordó en general con la posición de los representantes del ex mandatario.
Luego de atender también a las objeciones de los vecinos, establecieron que la decisión final se tomará en abril.
“No me parece que se haya realizado una violación” al texto acordado en 1993, dijo Margaret Zeidman, presidenta del ayuntamiento. Y agregó que “no hay nada que pudiera prohibir” que Trump viviera en Mar-a-Lago en la suite del propietario, donde Trump está instalado desde horas antes de la asunción de su sucesor, Joe Biden, el 20 de enero.
Presentación del fiscal sobre Trump
En su presentación, el fiscal municipal John Randolph dijo que el ex presidente cumple con los requisitos para ser considerado empleado del club y, por ende, puede vivir allí. “Este tipo, cuando camina por la propiedad, parece el alcalde de Mar-a-Lago”, dijo.
John Marion, el abogado de Trump, detalló: “Siempre está presente. Y le encanta. Supervisa la propiedad. Evalúa el desempeño de los empleados, todo el tiempo hace eso. Sugiere mejoras en lo referido a la operación del club. Analiza las finanzas del club. Asiste a eventos en el club y les da la bienvenida a las personas invitadas. Le da la bienvenida y le agradece a todo el mundo que llega. Saluda a los miembros y a sus invitados cuando los ve. Recomienda eventos para realizar en el club. Sugiere candidatos a la membresía y forma la documentación que les concierne”.
No es la primera vez que Trump encuentra el rechazo de los vecinos de su mansión histórica, ubicada en un espacio de casi siete hectáreas en la isla de Palm Beach, frente a West Palm Beach y al norte de Miami y de Fort Lauderdale.
Trump ha mantenido un perfil bajo
Si bien Trump ha mantenido un perfil bajo desde que se mudó, se ha encontrado con el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y ha creado una Oficina del Ex Presidente que opera en Palm Beach.
Y aunque en principio puede seguir viviendo en Mar-a-Lago hasta abril; “perdió algunos de los beneficios que acompañaban la presidencia: el helipuerto instalado en el club para acomodar al Marine One está siendo demolido”.
Philip Johnston, abogado del grupo Preserve Palm Beach, dijo que a los vecinos les preocupa que la residencia permanente de Trump en el lugar podría arruinar la atmósfera “refinada” de la exclusiva isla; “Creemos que este asunto amenaza con hacer de Mar-a-Lago un faro permanente para sus simpatizantes más rabiosos y anárquicos”, dijo.