La historia de la humanidad, desde que el hombre comenzó a tener conciencia de su existencia y trascendencia, desde que el homínido descubrió la utilidad de lo redondo en la rueda, del fuego y del hierro hasta el anunciado Meta de Zuckerberg, ha sido un avance continuo.
Juan José Monsant/ El Político
Ni en la maltratada Edad Media llegó a detenerse el lento proceso civilizatorio. Ese período mal llamado del oscurantismo fue magníficamente ambientado por Umberto Eco en su libro El nombre de la Rosa. Llevado posteriormente al cine en 1986 en una producción italo-francesa-alemana. Dirigida por el oscarizado Jean Jaques Aanaud e interpretada magistralmente por Sean Connery en el papel del monje franciscano Guillermo de Baskerville.
Avanzar en la oscuridad
En medio de aquella ignorancia, prejuicios, dogmas y conveniencias la humanidad avanzaba paso a paso, sobrepasando a la Santa Inquisición.
Allí surgió Miguel Angel, Boticelli, el astrolabio, Galileo, Dante, Petrarca, el Harcipreste de Hita, Boccaccio, Manrique, la imprenta, la pólvora, los arbotantes, el reloj mecánico, la biblioteca pública, el papel moneda, el whisky, el brandy, los lentes, las universidades, y pare de contar.
De modo que la oscuridad misma fue un avance. Y digo oscuridad, porque pretender enviar a la muerte a Galileo por decir que la tierra giraba alrededor del sol, fue literalmente la oscuridad. Pero, en medio de ella, la acumulación de conocimientos para contrastarlos, corregirlos o desecharlos, nació la necesidad de centros de estudios. Donde maestros y alumnos recibían e intercambiaban libremente conocimientos, superando ignorancias, y avanzando hacia la luz.
Del Liceo a la Universidad
Antes, unos 300 años A.C. Aristóteles creó el liceo. Un espacio dedicado a los ejercicios físicos, al estudio, la reflexión, el manejo de la cosa pública. Donde estudiante y profesor debatían libremente en busca de la verdad.
No en vano Atenas fue la cuna de la democracia. Donde se sentaron las bases de ese novedoso sistema de gobierno sustentado en la voluntad del ciudadano, y no en la oligarquía, monarquía o satrapía.
En ese transcurrir surgieron las primeras universidades como lugares de enseñanza y convivencia, del debate y la reflexión libre y contrastada. Sin dogmas impuestos, en busca de la realidad, la verdad y del conocimiento humanístico y científico.
La más antigua universidad conocida, a lo menos así lo certifica la Unesco, es la universidad Al-Kalaouine. Fundada en la ciudad de Fez-Marruecos en el 859 de nuestra era, aún continúa activa. Le sigue en orden de antigüedad la Universidad de Bolonia-Italia (1.088), Oxford-Inglaterra (1.096), Salamanca-España (1.134).
En América la más antigua es la Real y Pontificia Universidad de San Marcos en Lima-Perú (1.551). Aunque en la Española, actual República Dominicana, los dominicos fundaron la universidad Santo Tomás de Aquino en 1.538, solo que la Corona la reconoció como tal hasta 1.747.
Andrés Bello consideraba que la Universidad era para formar al hombre no solo en una especialidad, sino en una universalidad de conocimientos. Con lo que se obtendría un ciudadano libre y abierto al mundo.
Volver al oscurantismo
Los gobiernos ejercidos despóticamente concluyen todos en la represión no solo física del ciudadano, sino económica y sicológica, sublimada a través de leyes, sentencias judiciales o actos meramente administrativos.
Para lo cual el déspota utiliza como primera estrategia de control de la ciudadanía, el miedo. El miedo a perder la vida, la libertad, el crédito, el trabajo, sus estudios, su derecho a protestar y opinar.
A la par que utilizan la recompensa a la sumisión expresada en oportunidades económicas, sentencias favorables, cargos, becas y favores. Su acción la sostienen en la neutralización y control de los medios de comunicación para sustituir la libre expresión por la propaganda masificadora y divisionista.
Finalmente, imponen el control al sistema educativo para alinearlo en lo unidimensional, y sustituir ciudadanía en masa humana.
Cuando Daniel Ortega y Rosario Murillo deciden intervenir 16 universidades o centros de estudios superiores, dándole la espalda a la esencia de la autonomía universitaria, cerrando la opción a la libre expresión y confrontación de las ideas, es obvio que esta pareja de déspotas ígnaros y sin alma, le dan la espalda a la evolución natural de la humanidad, para regresar a la oscuridad de las cavernas.