1. Ya sonó el primer campanazo en el ring de boxeo donde "en esta esquina" están los apologistas de la Inteligencia Artificial y en la otra, los detractores.
Fernando Nunez-Noda / El Político
Dado que la historia de visiones del progreso está llena de muchos aciertos, pero más de aparatosas equivocaciones, yo creo que hay un empate técnico en las probabilidades de que ocurra una o la otra.
Por mi parte, creo que la Inteligencia Artificial (IA) será disruptiva, arrasadora, inclemente con muchos trabajos y prácticas, pero también capaz de mover la sociedad hacia prácticas mentales y, sobre todo, emocionales que la tecnología actual no puede replicar o sustituir.
Habría entonces un "boost" mental en todo aquél que pueda comandar la AI con los controles y "promps cerebrales" que la máquina no puede generar.
Estoy practicando incansablemente y llego, por los momentos, a creer que una parte de la población logrará manejar la IA de forma sinérgica y, a la vez, focalizada.
2. Los grandes cambios culturales, como la escritura, la imprenta o la computación llegaron sin aviso y sin protesto. Y siempre tuvieron entusiastas y apocalípticos.
Hubo quiebras, desplazamientos y tradiciones rotas. Pero también sonoros triunfos y aportes que aún brillan.
(En el primer comentario de este post dejo el URL de un articulo que muestra "Cómo la tecnología causa ansiedad").
Pero volviendo al punto, esas tecnologías se normalizaron. La pregunta es: ¿Es normalizable una IA que abrace todos o casi todos los aspectos de la comunicación cultural?
Es decir: la generación de contenido, el armando de medios (un libro por ejemplo), la distribución, etc.
Yo creo que los llamados a ver la IA como una tecnología domable y que solo requiere una normal regulación gubernamental, fallan por defecto, creo que hay que hacer más.
¿Qué significa hacer más? No lo sé por los momentos, excepto lo más obvio: regulaciones, prohibiciones, medidas restrictivas que los estadounidenses aborrecen, pero algunas serán necesarias hasta que se normalicen, si acaso se normalizan.
3. También me parece que la visión apocalíptica no ocurrirá, porque una disrupción de ese color afecta a la sociedad como un todo (educación, autores, copyright, ley, la clara diferencia actual entre responsabilidad humana y la de una máquina, etc).
Los EEUU (padres, padrinos y "hermanos mayores" de la IA) son muy buenos haciendo esos ajustes, precisamente porque no es el gobierno solo el que actúa, ni la industria, sino una auténtica participación del estamento político, la comunidad científica, el sector privado, los intelectuales y expertos, los grupos de interés y la sociedad en general.
En Rusia o en Venezuela se harán como quiera Putin o el PSUV, pero en países como EEUU o los europeos, donde los académicos tienen voz, la población vota con criterio, y hay poder político para regular al sector privado… la voz de los expertos es más probable que se oiga y considere, las empresas pueden lograr acuerdos que limiten ciertas características de la IA. Habrá un período de ensayo y error…
4. Recordemos que el camino al infierno tecnológico está empedrado de predicciones apocalípticas que no se cumplieron, dejo algunas (más en este link).
a. El biólogo de Harvard, George Wald, estimó que “la civilización terminará dentro de 15 o 30 años [para 1985 o 2000] a menos que se tomen medidas inmediatas contra los problemas que enfrenta la humanidad”. (Las medidas no se tomaron).
b. “La población inevitable y completamente superará cualquier pequeño aumento en el suministro de alimentos que hagamos”, declaró Paul Ehrlich con confianza en la edición de abril de 1970 de Mademoiselle.
“La tasa de mortalidad aumentará hasta que al menos 100-200 millones de personas por año se mueran de hambre durante los próximos diez años [para 1980]”. (No ocurrió).
c. “La mayoría de las personas que van a morir en el mayor cataclismo de la historia del hombre ya han nacido”, escribió Paul Ehrlich en un ensayo de 1969 titulado “¡Eco-catástrofe! (…)
Otros expertos, más optimistas, piensan que la colisión final entre población y alimentos no ocurrirá hasta la década de los 80”. (Aquí seguimos).
d. “Ya es demasiado tarde para evitar la hambruna masiva”, declaró Denis Hayes, el principal organizador del Día de la Tierra, en la edición de primavera de 1970 de The Living Wilderness." (Masiva no es, ni siquiera en África).
En el artículo mencionado, hay 18 ejemplos.
5. De modo que prefiero ver el asunto con el ánimo y la emoción estadounidense: audaz, no del todo confiada pero entusiasta y capaz de autorregularse efectivamente porque en el proceso participa la sociedad como un todo.
No somos meros observadores, sino entes activos, votantes, opinadores, y líderes de opinión muchas veces.
No es la primera vez ni será la última que cunda un terror tecnológico. Y tampoco será el último "Armagedón que no ocurrió".
Esperen que se desate la "revolución genética", un verdadero Frankenstein de IA e ingeniería genética que ¡wow! mejor lo dejamos para otro día.
6. No soy demasiado "pro", pero estoy más cerca de allí que de la "contra".
Si a mi carrera (el periodismo), la van a terminar de licuar prefiero estar en la licuadora para producir los mejores jugos posibles y ¿por qué no? caramelos, torticas y pasapalos periodísticos.
No hay liquidación sino transmutación. Y ya lo dijo el griego Heráclito: "Lo único permanente es el cambio".