La OCDE revisó a la baja sus expectativas para sus principales países miembros para este año y 2017 por el mal comportamiento de la inversión y del comercio en el mundo, y alertó de los riesgos de los excepcionalmente bajos tipos de interés, que por sí solos no pueden corregir esa situación.
En su informe intermedio de perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) manifestó inquietud porque la economía global presenta signos preocupantes de debilidad y está lejos de recuperar el ritmo de crucero que tenía antes de la crisis financiera.
El crecimiento mundial se limitará al 2,9 % este año y un 3,2 % el próximo, una décima en cada caso menos de lo que había estimado en junio, cuando antes de la crisis la progresión anual se situaba en torno al 4 %, hizo notar la economista jefe, Catherine Mann.
Las correcciones a la baja son todavía más importantes para la mayor parte de los miembros de la OCDE, y así Estados Unidos se quedará en un 1,4 % este año y en un 2,1 % el próximo, sobre todo por el bajón de la inversión, en parte porque se han paralizado los proyectos para explotar el petróleo y el gas de esquistos tras el hundimiento del barril de crudo.
En la zona euro, las consecuencias del "brexit", pero también la fragilidad del sistema bancario en algunos países o la falta de confianza de los consumidores y de los empresarios, dejará la progresión del PIB en el 1,5 % en 2016 y en el 1,4 % en 2017.
Como se podía esperar, a quien más afectará el "brexit" será al Reino Unido: aunque la OCDE admite que la acción del Banco de Inglaterra ha conseguido limitar las incertidumbres a corto plazo, de forma que su PIB todavía aumentará un 1,8 % este ejercicio, en 2017 se quedará en un 1 %, un punto menos de lo estimado en junio.
Sobre el caso de España -para la que no hay cifras en este estudio intermedio-, Mann admitió que la falta de Gobierno y de perspectivas para que pueda formarse próximamente constituye un "desafío" para su evolución económica.
Aunque las reformas llevadas a cabo hayan puesto el país por "el buen camino" para la recuperación, la economista jefe señaló como un elemento de vulnerabilidad de España su gran dependencia del resto de los países de la zona euro, al que van el grueso de sus exportaciones, y cuyas expectativas se han recortado.
Una de las pocas buenas noticias relativas es Brasil, ya que la OCDE augura que su economía se comportará menos mal de lo que había anticipado hace tres meses, pero la recesión se prolongará este año y el próximo: la caída del PIB será del 3,3 % en 2016 y del 0,3 % en 2017.
Mann insistió en su advertencia ante las "distorsiones" que está generando la prolongación de las políticas de tipos de interés excepcionalmente bajos de los bancos centrales, que sin reformas estructurales y sin una acción colectiva de los gobiernos, por sí solos no pueden reactivar el crecimiento.
Una de las amenazas visibles son las burbujas especulativas, a la vista de que las cotizaciones de las acciones han crecido de forma importante -y sin que se justifique por los resultados de las empresas- en mercados como el estadounidense o el japonés, y de que los precios inmobiliarios han subido mucho en EEUU o el Reino Unido.
A juicio de la OCDE, habría que aprovechar el margen fiscal que ofrecen estos tipos de interés anormalmente bajos para recurrir más al gasto público que, de forma selectiva, puede incentivar el crecimiento, en forma de inversiones en infraestructuras, educación, sanidad o cuidado de niños y de la familia.
La economista jefe, que pidió una acción colectiva en ese terreno, precisó que en la zona euro habría que flexibilizar las normas del Pacto de Estabilidad, por ejemplo para que las inversiones no contabilicen para las reglas que fijan límites en el gasto público.
Otro de los motivos de preocupación para la organización es la ralentización del comercio mundial: pronostica que su ritmo de progresión en 2016 se quedará en el 0,8 %, cuando la media anual fue del 1,5 % entre 2011 y 2015, y del 2,1 % de 1986 a 2007.
Con información de EFE