Obama compartía estrado con los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea, Donald Tusk y Jean-Claude Juncker respectivamente, con quienes se había reunido previamente.
Washington siguió de cerca el proceso británico que terminó con la decisión de que el Reino Unido saliera de la Unión Europea, abriendo el camino a un incierto e inédito proceso que Londres aún no activó a pesar de las presiones de las capitales europeas.
El Reino Unido, potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es el mejor aliado de Estados Unidos en Europa, con quien mantiene una "relación especial".
"Éste es quizás el momento más importante para las relaciones transatlánticas desde el fin de la Guerra Fría", señaló Obama en una tribuna publicada este viernes por el Financial Times.
En ella abogó por que la UE y Londres sean "capaces de acordarse sobre una transición ordenada hacia una nueva relación", "aunque sea difícil".
Jean-Claude Juncker declaró por su parte que no encaraba el proceso de divorcio "de manera hostil".
"Debemos comenzar las negociaciones. No estoy haciendo esto, cómo decirlo, de manera hostil", dijo, pero repitió la posición europea: "si un país quiere tener acceso al mercado interior [europeo] debe aceptar las cuatro libertades básicas, incluida la libertad de movimiento".
El primer ministro británico, David Cameron, planteó a sus homólogos de la UE la semana pasada que el Reino Unido querría permanecer en el mercado único europeo una vez el divorcio terminado pero sin aceptar la libertad de movimiento.
Ante el temor de que el Brexit provoque un efecto dominó en la UE, el presidente del Consejo, Donald Tusk, sostuvo que el voto británico "es un incidente y no el comienzo de un proceso".
Con información de Telégrafo