El magnate Eike Batista, quien llegó a ser el hombre más rico de Brasil, fue arrestado este lunes por la Policía e ingresado en una cárcel de Río de Janeiro, en cumplimiento de una orden de prisión dictada la pasada semana por su implicación en la trama de corrupción de la petrolera Petrobras.
Batista, de 60 años, fue detenido por agentes de la Policía Federal que lo esperaban en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro, adonde llegó en un vuelo procedente de Nueva York.
Poco después, ingresaba en el complejo penitenciario de Bangú, en las afueras de la ciudad, donde están recluidos varios políticos y empresarios acusados de corrupción, entre ellos el exgobernador de Río Sergio Cabral.
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El multimillonario está acusado del pago de comisiones ilegales por 16,5 millones de dólares precisamente a Cabral para adjudicarse contratos públicos y del manejo de información privilegiada para sus negocios.
El empresario fue declarado prófugo el jueves, cuando la Policía acudió a su domicilio para detenerlo y descubrió que se encontraba en Nueva York.
Las especulaciones sobre un supuesto acuerdo para entregarse se desataron en los últimos días y, antes de tomar el avión con destino a Río, Batista anunció anoche desde el aeropuerto de Nueva York su intención de colaborar en la investigación.
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"Estoy regresando para responder a la Justicia, como es mi deber… Llegó el momento de dejar las cosas claras. Estoy regresando porque voy a mostrar cómo fueron las cosas", dijo.
En el avión, según el portal O Globo, el empresario se mostró relajado y admitió que el esquema de corrupción "es mayor de lo que se imagina" y que eran los políticos quienes "presionaban" para conseguir comisiones ilegales.
Según la Fiscalía, para el pago de esas comisiones, Batista usó un contrato "ficticio" que simuló la compra de una mina de oro a testaferros de Cabral, en prisión desde noviembre por la creación de una "una organización criminal" que le permitió ocultar en cuentas en el exterior hasta 100 millones de dólares procedentes de sobornos.
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Además, la Gran Corte de Justicia de las Islas Caimán bloqueó la pasada semana bienes de Batista por unos 63 millones de dólares, a petición de fondos de inversión acreedores del empresario.
La caída de Batista, arrastrado por la monumental trama de corrupción de Petrobras -la mayor de la historia de Brasil-, se ha convertido en un símbolo de la decadencia de buena parte de la clase empresarial y política del país.
Las fotos del magnate con dirigentes y figuras de la farándula en sus años dorados contrastan con la imagen que ofreció hoy cuando era trasladado a la prisión de Bangú, con la cabeza rapada, en uniforme de presidiario y rodeado de policías.
Eike Batista figuró en la lista de los diez hombres más ricos del mundo al acumular hasta 2010 una fortuna estimada en unos 30.000 millones de dólares a través de negocios de minería, petróleo y materias primas que se extendieron por varios países de la región.
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Pero su fracaso se precipitó hace unos años por la mala gestión, el hundimiento de su compañía petrolera OGX y la crisis del crudo y las comodities, que lo obligaron a vender o cerrar la mayoría de sus empresas.
Hijo del exministro Eliezer Batista, el empresario -quien no completó sus estudios de educación superior- disfrutaba con la ostentación y el despilfarro.
Entre sus excentricidades, la compra del mayor yate de Brasil, con 35 metros de eslora, y de varios coches de colección, como el Lamborghini Aventador que decoraba el salón de su mansión, en el barrio carioca de Jardín Botánico, y del que terminó desprendiéndose por un millón de dólares.
Ya acosado por la Justicia, el año pasado Batista rompió un prolongado silencio para colaborar con la investigación de los desvíos en Petrobras y admitió "donaciones" sin declarar a campañas políticas a cambio de la adjudicación de contratos con empresas públicas.
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Según el Tribunal Superior Electoral, estas "donaciones" ascendieron a unos 4 millones de dólares y beneficiaron a 13 partidos y varias campañas electorales, entre ellas, apuntan medios locales, la que llevó a Dilma Rousseff a la Presidencia cuando se presentó a la reelección en 2014 formando equipo con Michel Temer, actual presidente de Brasil.
El abogado de Batista apuntó hoy que aún no ha definido su estrategia y que es pronto para hablar de una delación premiada, como se conocen los acuerdos de los acusados con la Justicia a cambio de una reducción de la posible condena.
De momento, Eike Batista solo saldrá de la cárcel para presentarse a declarar ante la Policía Federal en una fecha aún no determinada.
Con información de EFE