Mike Johnson es el nombre del hombre que puso fin a las semanas de crispación que vivió la Cámara de Representantes, luego de la destitución de Kevin McCarthy.
El Político
Johnson, un cristiano evangélico de corte conservador, republicano por el estado de Luisiana, se convirtió el 25 de octubre en el nuevo presidente de la Cámara Baja.
Aquel día, el legislador sorprendió a muchos, cuando optó por orar en plena sala del Congreso, tras conseguir el nombramiento.
El inusual gesto, defendido por el propio Johnson, resultó incómodo para varios de los presentes.
Al ser entrevistado por la cadena CNBC, el parlamentario explicó que rezó porque cree, sin ápice de duda, en el culto a su Dios.
“(La fe religiosa) es una gran parte de lo que significa ser estadounidense”, comentó en medio de la conversación periodística.
En Estados Unidos, la libertad de culto se encuentra consagrada por la primera enmienda de la Constitución.
De acuerdo con ese apartado, “el Congreso no dictará ninguna ley respecto del establecimiento de una religión o que prohíba su libre ejercicio”.
La norma ha sido, sin embargo, objeto de análisis e interpretaciones. Algunos creen que está bien profesar cualquier fe, pero que está mal llevarla a los espacios públicos.
Mike Johnson está en desacuerdo. Este martes, luego de conseguir luz verde para un proyecto de ley que evitará el cierre del Gobierno federal, lo dejó muy claro.
Para el jefe de la Cámara de Representantes, el laicismo, esa separación entre lo religioso y lo estrictamente civil, está mal entendido.
Según su propio análisis de una carta escrita por Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores, “la separación de la Iglesia y el Estado es un concepto inapropiado”. “La gente lo malinterpreta”, comentó.
Para el congresista es válido que los templos no estén controlados ni reglados por la ley, pero sí es factible llevar la religión, sea cual fuere, a los espacios públicos, incluyendo el Congreso.