La pizzería Ping Pong Pizza está situada en el barrio de Tenleytown, en Washington. Es el sitio perfecto para irse a cenar después de asistir a la presentación de algún libro a cargo de su autor -gente como el Nobel de Economía Paul Krugman, o el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson- en el establecimiento de al lado: ‘Politics and Prose’, o sea, ‘Política y Prosa’, la librería con más solera de la capital estadounidense, y una de las poquísimas que han sobrevivido a Amazon
Lo que nunca nadie pensó era que Ping Pong Pizza fuera un centro de trata de menores dirigido personalmente por Hillary Clinton y su jefe de campaña, John Podesta.
La noticia fue desvelada por la web 4chan, un sitio web de ‘chats’ que es uno de los grandes medios de comunicación de la ‘derecha alternativa’, que es la manera educada de llamar en EEUU a la nueva ultraderecha. 4chan jugó un papel central en la diseminación de los correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton que llevó a cabo Wikileaks.
Y en uno de ellos, el dueño de Ping Pong Pizza hablaba con Podesta acerca de la organización de un evento en el para recaudar fondos para la campaña de Clinton. Lo siguiente fue acusar a la pizzería de ser un centro de trata de niños esclavos sexuales.El único pequeño problema es que en Ping Pong Pizza se compran pizzas, no niños. La noticia es falsa. Falsa, pero popular.
El hilo ‘Pizzagate’ alcanzó los 20.000 seguidores en la web Reddit, según el diario ‘The New York Times’, hasta que la dirección de esa página web decidió cerrarlo. Entonces, el debate se trasladó a Twitter. Anoche, en esa red social, se colgaban aproximadamente 20 comentarios por minuto con el hashtag #pizzagate denunciando la pederastia de "la élite de Washington".
La producción de noticias falsas se ha convertido en toda una industria mucho más rentable que la de noticias verdaderas. Paul Horner, de 38 años, ha ingresado 10.000 dólares al mes (caso 9.500 euros) durante la campaña electoral gracias a los ‘clicks’ en las falsedades que, bajo la apariencia de informaciones verídicas, ha ido colgando en Facebook.
No solo eso. En declaraciones al ‘Washington Post’, Horner ha sido taxativo acerca de su influencia en el proceso electoral: "Creo que Donald Trump me debe la presidencia a mí". Bulos y algoritmosLas noticias de Horner han sido de todo tipo. Él difundió el bulo de que los demócratas estaban pagando 3.500 dólares (3.300 euros) a manifestantes por cada acto electoral de Trump al que asistieran para protestar. Para ello creó un falso anuncio en la red Craigslist en el que ofrecía ese empleo.
También creó el inexistente Comité Amish de EEUU, una organización que supuestamente aglutina a esa comunidad religiosa y que se habría comprometido con la campaña de Trump. Algo llamativo, porque la mayoría de los amish viven literalmente en el siglo XVIII, con carros y caballos, y no votan.
Pero, en el mundo de la ‘post verdad’, todas estas mentiras se han hecho virales. La locura de los amish fue recogida por el algoritmo de Google News y destacada, al igual que por la web de la cadena de televisión ABC. El hijo de Trump, Eric, y el primer jefe de campaña del candidato, Corey Lewandowski, también retuitearon la pseudonoticia de los 3.500 dólares por reventar actos de Trump. En un mundo de redes sociales y buscadores que priorizan en ‘click’ y están controladas por algoritmos, estas noticias han arrasado.
El propio dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, ha tenido que salir al paso de la controversia para tratar de salvaguardar la (escasa) reputación de la red social a la hora de divulgar información. Claro que Zuckerberg tienen en el pecado la penitencia: su plataforma fue un altavoz de Donald Trump, el presidente que le ha declarado la guerra y que quiere limitar la entrada de ingenieros y profesionales en EEUU que van a trabajar a Silicon Valley.
Con información de El Mundo