A mediados del año pasado, el panorama para el presidente estadounidense Joe Biden no era nada alentador. Luego de una “luna de miel” con la mayoría del público estadounidense, que lo vio como el regreso a la normalidad tras el caos populista de Donald Trump, su popularidad se desplomó.
Alejandro Armas/El Político
Varios problemas de envergadura tenían a la población de Estados Unidos descontenta. El más acuciante de todos, una inflación atípicamente alta para ese país. También una crisis migratoria en la frontera sur y la humillante retirada de Afganistán.
Ahora, sin embargo, esas situaciones han mejorado algo y la impresión positiva del gobierno de Biden aumentó. Al mismo tiempo, la revelación de errores cometidos durante su labor como vicepresidente de Barack Obama podría contrarrestarle este alivio. Veamos.
Buenas noticias en varios frentes
De todos los entuertos que tienen a Biden en aprietos, ninguno como la inflación. No solo porque es el que más molesta a los ciudadanos, sino porque es el que su gobierno menos puede atacar. Poco pueden hacer las autoridades norteamericanas, más allá de las subidas de las tasas de interés que ya ha ordenado la Reserva Federal.
Sin embargo, los factores fuera del control de Washington que inciden en el aumento de precios se han moderado. Luego de las secuelas prolongadas de la pandemia de covid-19, mejoraron las cadenas globales de suministro y, con ellas, la oferta de bienes. Los precios del petróleo, y de la gasolina, bajaron tras un repunte por los efectos de la invasión rusa de Ucrania.
Gracias a eso y al aumento de las tasas de interés, la inflación en Estados Unidos se desaceleró. Mientras que en noviembre, sobre una base anualizada, fue de 7,1%, al mes siguiente fue de 6,5%. Hasta ahora, el efecto se ha dado sin un temido aumento fuerte del desempleo.
Mientras tanto, el flujo migratorio inmenso en la frontera sur sigue, pero hay al menos la impresión de que la Casa Blanca decidió afrontarlo. Por ejemplo, con medidas que restringen la capacidad de indocumentados para pedir asilo. Por otro lado, la férrea resistencia ucraniana a la agresión rusa se debe en parte al apoyo firme de sus aliados internacionales, al frente de los cuales está Washington. Este acierto en política exterior acaso hizo olvidar el desastre en Afganistán.
En casi todas las encuestas, Biden sigue apareciendo con más rechazo que aprobación. Pero en varias, sus números mejoraron. Incluso, en la última de YouGov y The Economist llegó a tener un apoyo de 50%, frente a 47% de repudio. El primer balance positivo desde agosto de 2021.
El problema de los papeles
Justo cuando por fin hay nuevamente viento en la vela de Biden, un nuevo nubarrón gris se le cruza en el horizonte. Medios de EE.UU. revelaron que el año pasado colaboradores del Presidente encontraron documentos gubernamentales secretos en las oficinas de un centro de estudios que Biden dirigió, así como en su residencia privada en Delaware. Datan de cuando era vicepresidente y su presencia en dichos lugares era inapropiada por razones de seguridad del Estado.
El momento es pésimo porque ocurre unos meses después de que autoridades allanaran la casa del expresidente Donald Trump, donde hallaron documentos clasificados relacionados con su presidencia. Los mismos fueron confiscados. Dado que el Partido Demócrata aprovechó el caso para denunciar a Trump, quien aspira nuevamente a la presidencia, la revelación sobre los papeles de Biden permite ahora a la oposición republicana de tildar al oficialismo de hipócrita.
Hay sin embargo diferencias entre ambos casos que Biden puede usar para aplacar las críticas. En primer lugar, sus documentos fueron entregados voluntariamente al Archivo Nacional, mientras que Trump fue notificado sobre sus papeles mucho antes del allanamiento y se resistió por meses a entregarlos. De todas formas, el gobierno tuvo que designar a un investigador especial, tal como hizo con Trump.
Sin embargo, asuntos como el de los documentos, percibidos por el colectivo como distantes de su cotidianidad, rara vez afectan políticamente mucho a los responsables. Aplica para Biden y para Trump. Así que el Presidente puede enfocarse en los temas que sí mantienen su popularidad reprimida. Sobre todo si ya decidió buscar un segundo mandato. Se espera que en las próximas semanas aclare eso.