A solo tres meses de las elecciones presidenciales en Colombia, el izquierdista Gustavo Petro se mantiene como favorito en algunos sondeos de opinión. Pero recientemente ha cogido impulso una alternativa inesperada que también denota hartazgo con el establishment.
Alejandro Armas/El Político.
Se trata de Rodolfo Hernández, un empresario millonario y ex alcalde, hasta hace nada poco conocido fuera de su ciudad.
Sus críticas agresivas a la clase política tradicional colombiana y la larga sucesión de controversias en torno suyo parecen haber llamado la atención de una parte del electorado.
A continuación, un breve perfil del peculiar candidato, así como un comentario sobre sus posibilidades en el contexto de la elección.
¿Pero quién es él?
Ingeniero de profesión y con 76 años de edad, Rodolfo Hernández es el tipo de persona al que le gusta más dar instrucciones que recibirlas.
De acuerdo con un perfil en Portafolio, en la década de 1970 fundó su propia constructora en Bucaramanga, su ciudad natal. Ello le brindó un estatus de celebridad local, así como no pocos ingresos.
En una ocasión aseguró que su fortuna asciende a 100 millones de dólares. Entre 2016 y 2019 fue el alcalde de Bucaramanga.
Clasificarlo a partir de categorías ideológicas convencionales como “izquierda y derecha” no es fácil. Le rehúye a ese tipo de etiquetas.
El portal periodístico La Silla Vacía lo describe como admirador del ex mandatario conservador Álvaro Uribe.
Pero también lo cita diciendo que, en una segunda vuelta electoral en la que él (Hernández) no esté, llamaría a votar por Petro, némesis del uribismo.
Más que apelar a las masas con proclamas socialistas, o liberales, etc., Hernández prefiere hacer denuncias sencillas, pero que resuenan en países donde sus objetos son problemas crónicos. Pone énfasis en la corrupción y se identifica como el único capaz de dar al traste con ella.
También repudia a las elites políticas tradicionales colombianas, a las que caracteriza como “mafia politiquera”. Todo esto lo hace con un lenguaje coloquial y vernáculo, en plataformas populares como Facebook y TikTok.
Pero ese empeño en identificarse con el ciudadano común y sus cuitas lo ha llevado a protagonizar polémicas y a meterse en problemas.
Entre los objetos de sus ofensas y groserías han estado funcionarios públicos señalados de tener mal desempeño.
También los inmigrantes venezolanos, blanco frecuente de xenofobia. A las mujeres de ese país radicadas en Colombia las ha acusado de ser “fábricas de chinitos [es decir, niños] pobres”.
En 2018, como alcalde, agredió físicamente a un concejal y por ello fue inhabilitado políticamente por ocho meses.
¿Fortaleza o debilidad?
Aunque tras casi dos siglos de independencia dominaron la política nacional, los partidos colombianos en el siglo XXI han sido débiles.
Más ahora, con la impopularidad de las viejas elites. Hernández no milita en ningún partido. Esa independencia es cónsona con su papel de outsider populista.
De momento, ello pudiera jugar a su favor. En la última encuesta de RCN, Petro sigue a la cabeza con una intención de voto de 25%.
Le sigue Hernández, con 13%. Aunque es un segundo lugar distante, lo pone en una mejor posición para alcanzar el balotaje que a todos los demás políticos más próximos al establishment.
Por ejemplo, el anterior alcalde de Medellín Sergio Fajardo solo obtuvo 8%. Óscar Iván Zuluaga, abanderado del uribismo, consiguió 4%.
Una segunda vuelta entre Petro y Hernández no luce nada descabellada. Lo que ocurra entonces es un poco más difícil de prever, y tal vez la independencia de Hernández lo debilite en ese escenario.
Sobre todo considerando el carácter polémico del magante de la construcción y su repudio visceral a otros políticos.
Lo más probable es que reciba el respaldo del uribismo, solo por ser la única alternativa a Petro.
Pero el uribismo está en un momento de muy baja popularidad, así que su espaldarazo no sería suficiente. Menos seguro es el apoyo de Fajardo y otros candidatos de la primera vuelta considerados próximos al centro político.