Cuando la mitad superior del reloj de arena estaba casi vacía, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo para levantar el techo de la deuda en Estados Unidos. De esa forma se evitó que la mayor economía del planeta cayera en cesación de pagos, lo que hubiera podido generar una crisis económica mundial.
Alejandro Armas/El Político
El trato fue negociado por el presidente Joe Biden y la máxima autoridad de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. Luego recibió el visto bueno de mayorías de los dos partidos en ambas cámaras del Congreso. En general, solo los radicales en las dos organizaciones políticas votaron en contra.
En momentos de gran polarización, como hoy en Estados Unidos, llegar a este tipo de pactos no es fácil y supone un costo para ambas partes. Veamos a continuación cuáles son esos otros costos y qué otros efectos puede tener la resolución de un drama que tuvo a Estados Unidos en vilo por meses.
Concesiones mutuas
Un punto que Biden no se ha cansado de destacar luego de firmar la ley producida por el acuerdo es que “nadie obtuvo todo lo que quiso”. En efecto, los republicanos no consiguieron todos los recortes fiscales que habían puesto como condición para que su mayoría en la Cámara de Representantes subiera el techo de la deuda. Pero sí un endurecimiento en los requisitos para ayudas sociales del gobierno y una reducción presupuestaria para el Servicio de Impuestos Interno (mejor conocido por sus siglas en inglés, IRS).
Por su parte, Biden logró evitar un default catastrófico que hubiera producido una recesión económica, de la que seguramente su gobierno no saldría intacto ante la opinión pública. Eso sin que los republicanos tocaran algunas de sus políticas más ambiciosas, como las de lucha contra el cambio climático o el pago de deudas estudiantiles por el Estado.
Las concesiones que Biden y McCarthy fueron juzgadas como excesivas por los izquierdistas y derechistas más exaltados, respectivamente. No obstante, ahora que Biden oficializó su campaña para la reelección, es poco lo que el ala más reformista de su partido pueda hacer, aunque estén descontentos. Quitarle votos a Biden en 2024 sería allanar el camino a la Casa Blanca a quienquiera que nomine un Partido Republicano más extremista que antes.
De hecho, los republicanos radicales fueron mucho más ruidosos en su oposición al acuerdo para subir el techo de la deuda. Varios de ellos repudiaron a McCarthy con términos fuertes. Pero, sorprendentemente, los miembros de esta facción en la cámara baja no han intentado destituirlo. Pudieran, gracias a concesiones que McCarthy les hizo cuando fue electo presidente de la cámara. Que no lo hayan hecho indica que aquel tiene más fortaleza ante los extremistas que lo esperado.
La inviabilidad del cambio
Sea como sea, es un hecho que los republicanos aprovecharon el techo de la deuda para hacer exigencias a un gobierno demócrata. Y que algunas fueron acatadas. No es la primera vez que ocurre. Pasó durante el segundo gobierno de Barack Obama.
No son pocos los militantes del Partido Demócrata, o simpatizantes de la izquierda norteamericana en general, que están hartos con tal situación y que quieren que no se repita. Son estos los que probablemente presionen a Biden para que tome medidas que eviten escenarios similares en el futuro.
Incluso antes de que Biden negociara con McCarthy, estos grupos lo estaban instando a que tomara vías alternas. Por ejemplo, cuestionar la constitucionalidad del techo de la deuda.
Pero sería difícil para Biden irse por esa senda. Después de todo, fue un Presidente que se comprometió a traer de vuelta la normalidad luego del caos de su predecesor, así como el diálogo bipartidista. Tratar de eliminar una norma parlamentaria de vieja data y que genera negociaciones iría contra esa promesa.