Se la atribuye al economista británico John Maynard Keynes la frase “Si los datos cambian, mi opinión también”. Un mantra del empirismo. Así ha tocado hacer con los vaivenes de la aproximación estadounidense a Venezuela en lo que va de año.
Alejandro Armas/El Político
Lo más reciente fue la renovación de una licencia que permite a la petrolera Chevron mantener actividades mínimas en Venezuela. Normalmente esto hubiera pasado desapercibido, por ser un permiso ya extendido varias veces. Pero, en una situación dialéctica, la noticia es que nada cambió. Porque se esperaban cambios.
¿Qué sucede con la política de la Casa Blanca hacia el chavismo? Veamos.
Pa’lante y pa’trás
El “tira y encoge” comenzó a principios de marzo, con una reunión secreta, en Caracas, entre Nicolás Maduro y emisarios de la Casa Blanca. Esto fue mal visto en Washington y, acto seguido, el gobierno de Joe Biden desistió de sostener más encuentros directos (que se sepan, al menos).
Pero hace dos semanas, varios medios estadounidenses reportaron que el gobierno aliviaría muy ligeramente las sanciones. De esa manera se permitiría a Chevron al menos negociar con el régimen de Maduro, cosa que las sanciones prohíben. Sería un gesto de buena voluntad para alentar al chavismo a que retome las negociaciones con la oposición, interrumpidas desde octubre.
Por eso había mucha atención puesta en el próximo anuncio del Departamento del Tesoro en la materia. Finalmente, se mantuvo el statu quo. Chevron solo podrá seguir velando por el resguardo sus activos en Venezuela. No podrá establecer discusiones con Maduro y sus ministros. Ni hablar de extraer o exportar crudo venezolano.
No se sabe de momento qué efecto surtirá la decisión conservadora en Washington sobre el futuro del diálogo en Venezuela. El régimen de Maduro ha evitado abordar el asunto.
Falta de garantías
Por una razón o por otra, Estados Unidos parece haber manifestado inconformidad con el nivel de compromiso asumido por el chavismo. Si antes exploró el alivio de sanciones como un estímulo, ahora no lo juzga conveniente.
Esto se puede deber a un juicio sincero sobre las pocas muestras que ha dado del régimen venezolano de estar interesado en reformas profundas. O puede ser solo un cálculo político de los asesores de Biden, ya que una aproximación a Venezuela pudiera restarle apoyo a los demócratas en Florida de cara a las venideras elecciones parlamentarias.
Como sea, lo cierto que es el referido desinterés del chavismo en cambios hacia la democracia es evidente. Así lo demuestra, solo por poner un ejemplo, la reafirmación de su hegemonía sobre el Poder Judicial.
Pero las cosas pudieran volver a cambiar en el corto plazo. Es difícil tener certezas sobre lo que Washington hará próximamente. De ser necesario, volveremos a aplicar la máxima de Keynes.