Esta semana se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania (si se omite la anexión de Crimea por Moscú y el respaldo del Kremlin a separatistas en el este ucraniano en 2014). No se divisa por ninguna parte un hipotético fin de las hostilidades. Por el contrario, ambas partes están redoblando sus apuestas.
Alejandro Armas/El Político
Por un lado, el gobierno de Estados Unidos, principal aliado de Kiev, dio un gesto de renovado respaldo este lunes con una visita sorpresa del presidente Joe Biden a Ucrania. Durante la misma, prometió más ayuda defensiva a la nación agredida.
Mientras tanto, en un discurso que generó mucha expectativa, su par ruso, Vladimir Putin, acusó a Occidente de ser responsable de la guerra e insistió en sus metas bélicas. Pero, más importante aún, anunció que Rusia dejará de acatar un importante tratado de control armamentístico. Veamos qué implicaciones tiene esta medida para la geopolítica global.
El último dique
Se trata del acuerdo New START, suscrito por las dos potencias en 2010 con miras a restringir sus respectivos arsenales atómicos. Estipula una reducción a la mitad en el número de lanzaderas de misiles nucleares estratégicos. También establece un mecanismo de verificación.
Este es el único tratado de su naturaleza entre Estados Unidos y Rusia, por mucho los países con la mayor cantidad de armas nucleares, que permanece vigente. Sus predecesores (START I, II y III) ya caducaron o nunca fueron ratificados.
Putin no retiró formalmente a Rusia del tratado, sino que señaló que no se adherirán a su cumplimiento por tiempo indefinido. Eso en teoría deja la puerta abierta para que su pertenencia se normalice, presuntamente a cambio de concesiones no especificadas.
El Kremlin acaso pretenda usar su retiro informal de New START como una táctica intimidatoria. Al declararse libre de ciertos compromisos armamentísticos, pudiera esperar que los gobiernos aliados de Ucrania reduzcan su ayuda por temor a una escalada grave. Pero ni Estados Unidos ni las democracias europeas han dado señales, por ahora, de querer irse por esa senda.
Mundo temible
Más allá de las implicaciones para el conflicto en Ucrania, el abandono de New START por Rusia indica que su gobierno está dispuesto a seguir enfriando su relación con Estados Unidos. Y con Occidente en general. Una muestra más de que el orden de seguridad desde el fin de la Guerra Fría se terminó y da paso a una nueva era, con más tensiones entre potencias.
Si Rusia no limita su arsenal nuclear, las demás potencias nucleares, sobre todo Estados Unidos, se verán tentadas a hacer otro tanto. El resultado sería una nueva carrera armamentística y una mayor probabilidad de conflictos de envergadura.
Paradójicamente, cuando un Estado acumula armas, incluso si lo hace con fines supuestamente defensivos, los demás no confiarán, verán un peligro ofensivo y también buscarán aumentar sus respectivos arsenales. Una especie de círculo vicioso, descrito con detalle por el paradigma realista del estudio de las relaciones internacionales.
Es precisamente la Guerra Fría el caso histórico que más se asemeja, hipotéticamente, a los tiempos por venir. Pero incluso durante la Guerra Fría hubo tratados de limitación armamentística, como SALT I y SALT II. De manera que acaso el futuro guarde similitud con la Guerra Fría anterior a esa etapa, cuando hubo incidentes de muchísima tensión, como la Crisis de los Misiles en Cuba.