Gane quien gane las elecciones presidenciales de Colombia, habrá un cambio dramático en las relaciones diplomáticas de ese país. A saber, se reanudarán los vínculos diplomáticos con Venezuela, rotos desde hace tres años por el apoyo del gobierno de Iván Duque a la oposición al régimen de Nicolás Maduro.
Alejandro Armas/El Político
El candidato Rodolfo Hernández, quien aparece en la mayoría de las encuestas con una ínfima ventaja por encima de su rival, Gustavo Petro, dejó claro su razonamiento para reanudar relaciones. "Que los venezolanos se entiendan con Maduro". Es decir, el ex alcalde de Bucaramanga considera que Colombia no tiene por qué intervenir en la debacle política venezolana y que si el chavismo sigue gobernando a su vecino, poco o nada importa.
En realidad, este argumento tiene fallas severas, incluso considerando solo lo que conviene a Colombia. Veamos.
Flujo indetenible
A Hernández no le simpatizan mucho los inmigrantes venezolanos en su país y no tiene reparo en expresarlo. En una ocasión se refirió a las mujeres venezolanas como "fábricas de niños pobres". Su programa de gobierno incluye propuestas desfavorables para estos migrantes. Por ejemplo, delegar al régimen venezolano parte del financiamiento de las ayudas a venezolanos en Colombia, lo cual es poco realista, debido al nulo interés que ha mostrado dicho régimen por la pobreza en su propia nación.
Durante el gobierno saliente de Duque, pese a su recepción y regularización de millones de venezolanos, hubo muestras de mano dura hacia los inmigrantes sin papeles. Detenciones y deportaciones. Es probable que Hernández, como Presidente, sea aun menos tolerante con los indocumentados. También que endurezca los controles fronterizos para evitar que venezolanos entren a Colombia de forma irregular.
Pero es improbable que tales medidas acaben con el flujo de migrantes. Los venezolanos severamente empobrecidos tienen pocas alternativas. Pese a que hay una ligera recuperación económica en Venezuela, el grueso de los beneficios los percibe una parte muy pequeña de la población. Y seguirá siendo mucho más fácil para los excluidos llegar a Colombia que a Perú o a Chile, debido a la proximidad y a una frontera bastante porosa.
De manera que un hipotético gobierno de Hernández tendría que seguir lidiando con la llegada masiva de inmigrantes que aumenten la carga sobre los servicios públicos colombianos. Sin un cambio político en Venezuela a duras penas habrá una recuperación económica de envergadura tal que detenga la hemorragia migratoria.
Presencia enemiga
Otro gran problema para Colombia es la presencia de grupos armados enemigos en territorio venezolano. El que más se ha extendido es el Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyas operaciones alcanzan incluso las selvas de Guayana ricas en minerales y bien lejos de la frontera con Colombia. También están dos grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que no se plegaron a los acuerdos de paz con el gobierno colombiano.
Rodolfo Hernández se manifiesta favorable a extender nuevamente una rama de olivo al ELN, para que se sume a la regularización ya alcanzada con el grueso de las FARC. Pero no está claro cómo logrará tal cosa. Tampoco que el ELN esté dispuesto a cooperar. Esa guerrilla intentó negociar un acuerdo de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, sin resultado. De manera que el ELN en Venezuela pudiera seguir siendo un problema para Bogotá.
Lo mismo pasa con las disidencias de las FARC. Será difícil que sus cabecillas accedan a desmovilizarse luego de rechazar los acuerdos de paz desde el principio, en el caso de un grupo. O de aceptarlos y luego desentenderse de ellos, como en el caso de otro. Hoy esas dos facciones están enfrentadas en territorio venezolano próximo a la frontera, en un contexto de alta tensión del cual Colombia no está libre.
Por otro lado, quizá un gobierno de Hernández colabore con el régimen venezolano en el combate a una de las disidencias de las FARC, enemistada con Caracas. En teoría tendrían un adversario común.