Al elegir entre el senador Gustavo Petro y el ex alcalde Rdodolfo Hernández, Colombia se puso a las puertas de un giro histórico. Solo quedaba decidir en qué dirección sería el giro.
Alejandro Armas/El Político
Finalmente, en el balotaje presidencial de ayer, prevaleció la alternativa izquierdista que Petro representa. Para una sociedad renombrada por su conservadurismo, semejante espaldarazo a un político que siempre ha abogado por el cambio radical es impresionante.
Veamos por qué la elección de Petro es trascendental y no un cambio de mando cualquiera.
El rojo al poder
Históricamente, la izquierda colombiana ha hecho sobre todo el papel de oposición. No es que el país no haya tenido nunca gobiernos izquierdistas. Hubo unos pocos, de la mano del Partido Liberal, en un marco más o menos socialdemócrata.
Pero el Palacio de Nariño nunca ha sido ocupado por la izquierda que Petro encarna. Una izquierda populista que se identifica con el llamado “socialismo democrático”, cuyos objetivos suelen ser más radicales.
Ese radicalismo fue el que impulsó a Petro a comenzar su trayectoria política de la mano de la guerrilla M-19, desmovilizada desde 1990. De aquellos días de marxismo clásico, el hoy Presidente electo migró a una suerte de postmarxismo que articula mensajes de reivindicación proletaria con reclamos de otros grupos tradicionalmente marginados. Mujeres, minorías étnicas, etc.
Todo esto mediante un discurso anti elites y de redistribución de riqueza. Resulta especialmente notable en un país como Colombia, donde un grupo pequeño de familias ha ejercido una influencia enorme durante generaciones. Ello mediante sus posiciones al frente de instituciones del Estado, grandes empresas, medios de comunicación, etc.
Las organizaciones que en Colombia levantaron banderas socialistas en el pasado lo hicieron desde la clandestinidad armada. O integradas a la política cívica, pero con poco éxito electoral. Ahora tendrán el Poder Ejecutivo a su disposición.
La impaciencia populista
Pero, más allá de consignas ideológicas, ¿qué es lo que propone Gustavo Petro? Su programa de gobierno contiene una expansión considerable de los servicios del Estado, con supuestas miras a levantar la calidad de vida de los más necesitados.
Las especificaciones son características de la izquierda contemporánea. Mayor cobertura en la educación pública, incluido el nivel universitario. Un despliegue de atención a los problemas de salud, en este caso mediante visitas a casas de pacientes, pagadas por el Estado. La unificación de los planes de pensiones, con mayor peso del financiamiento público. La creación de un Ministerio de la Igualdad para “empoderar” a mujeres, personas sexodiversas, etc.
Muchos de estos planteamientos son relativamente poco polémicos. En buena medida coinciden con la lista de “bienes primarios” que a juicio de pensadores como John Rawls deben estar disponibles para todos en una sociedad justa.
Sin embargo, la premura con la que el populismo se plantea cumplir sus objetivos a menudo lo lleva a recurrir a métodos de efectividad dudosa. Sobre todo en el largo plazo. Y si los propósitos no se cumplen, una típica respuesta del líder populista es culpar a sus adversarios, pretexto con el cual busca acumular más poder y eliminar obstáculos a su agenda.
Colombia pudiera estar aventurándose a esta dimensión que le ha sido desconocida, y que en otros países ha deteriorado la salud política y económica.