Tras el fin del último diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición, ha pasado más de un año de intentos por reanudarlo no llevaron a nada. Pero ahora sí hay indicios muy palpables de un pronto regreso de las partes a la mesa de negociación.
Alejandro Armas/El Político
Esos indicios al principio fueron rumores y reportes extraoficiales en la prensa. Pero la semana pasada, representantes del chavismo y de la oposición sostuvieron un encuentro de alto nivel en París, ni más ni menos que con tres presidentes como mediadores.
¿Con tales personajes involucrados, significa eso que el diálogo esta vez sí producirá cambios en la política venezolana? Veamos.
Cada quien vela por lo suyo
En general, no han cambiado las condiciones que dificultan que cualquier negociación se traduzca en reformas democráticas. La oposición acude muy debilitada ante el chavismo, sin ningún elemento para presionar más allá de las sanciones internacionales cuyo levantamiento el gobierno exige como punto de partida.
Tampoco es un buen indicio para la causa democrática venezolana la identidad de los nuevos mediadores, cuyo papel en futuras conversaciones no ha quedado claro. Se trata de Emmanuel Macron, Gustavo Petro y Alberto Fernández, presidentes de Francia, Colombia y Argentina, respectivamente.
Si bien Francia estuvo entre los países europeos preocupados por el desmontaje de la democracia en Venezuela y que brindaron apoyo a la oposición, el panorama ha cambiado. Europa ahora está urgida fuentes alternas de petróleo para eliminar su dependencia energética de Rusia. No en balde Francia solicitó que el petróleo de Venezuela e Irán vuelva a los mercados, sin las sanciones de Estados Unidos. El repentino interés de Macron en el diálogo venezolano pudiera estar más relacionado con necesidades energéticas de su país que con lo que ocurra en Venezuela.
En cuanto a Petro, su política hacia Venezuela se ha enfocado en la normalización de relaciones, para lo cual se esfuerza por evitar acciones que incomoden al chavismo. La democratización de su vecino no luce como una prioridad para él. Por último, Alberto Fernández tampoco ha podido asumir una postura firme de exigencia de cambios en Venezuela, debido a su dependencia de la facción peronista que encabeza su vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner, aliada del chavismo.
Película repetida
No conforme con todo lo anterior, las expectativas de los involucrados no son precisamente prometedoras, si se las examina con detenimiento. Quien más se expresó al respecto fue Petro. Específicamente planteó "un desbloqueo, una amnistía general y un acuerdo de conveniencia electoral".
Por "desbloqueo" se entiende el fin de las sanciones internacionales sobre el chavismo, las cuales este en su propaganda llama "bloqueo". Esa denominación fue copiada del vocabulario oficial del gobierno cubano, que la emplea para aludir asimismo al embargo norteamericano sobre la isla. En cenáculos de izquierda, como aquel al que pertenece Petro, es común referirse de esa forma a las sanciones económicas contra Estados.
Los otros dos elementos del planteamiento colombiano son los que obtendría la oposición a cambio del fin de las sanciones. Pero ambas se han ensayado antes, sin resultados trascendentales. De hecho, en varios diálogos anteriores, el gobierno venezolano ordenó la liberación de presos políticos. Así pretendió obtener concesiones de sus interlocutores sin comprometerse a hacer reformas. Luego, otras personas fueron detenidas por razones políticas, manteniendo el statu quo.
El diálogo del año pasado cerró con compromisos de mayor apertura electoral. Específicamente, la autorización de candidatos que habían sido inhabilitados por razones políticas. Pero el pacto no fue honrado por el chavismo, que inhabilitó al ganador de unas elecciones regionales para evitar que tomara posesión del cargo. En todo lo demás, los comicios de entonces tuvieron los mismos vicios de siempre para favorecer al oficialismo. Con el "acuerdo de conveniencia electoral" propuesto por Petro pudiera pasar lo mismo: cambios cosméticos que no alteran la realidad política venezolana.