Emmanuel Macron tuvo razones para respirar cuando se conocieron los resultados del balotaje presidencial francés hace dos meses. Pese a los altos niveles de descontento en el país, el Presidente fue reelecto. Pero los retos comiciales no se terminaron ahí.
Alejandro Armas/El Político
Había elecciones parlamentarias a la vuelta de la esquina. Ante la debacle de los viejos partidos dominantes de centroderecha y centroizquierda, los extremos a ambos lados buscarían prorrogar su ascenso. Efectivamente, ambos experimentaron un alza notable de su presencia en la legislatura el pasado 19 de junio.
¿Cómo podemos interpretar el resultado de estas elecciones parlamentarias? Veamos.
Subidas y bajadas
En cuanto a Macron y sus aliados se refiere, la nueva composición de la Asamblea Nacional refleja los comicios presidenciales. La coalición oficialista fue la más votada, impulsada por el partido del propio Macron, La República en Marcha (LREM). Pero no fue la victoria espectacular de hace cinco años. De hecho, dicha coalición pasó de 350 curules a 245.
En cambio, la coalición izquierdista Nueva Unión Popular, Ecológica y Social tuvo un desempeño bastante alentador. Quedó de segundo lugar, con un total de 131 escaños. De estos, 71 corresponden a La Francia Insumisa (LFI), partido radical del excandidato presidencial Jean-Luc Mélenchon. En 2017, cuando ingresó a la asamblea, fue con solo 17 curules.
Otro miembro de esa alianza, el otrora poderoso Partido Socialista, cayó de 30 escaños a 24. Una nueva muestra de debilidad luego de sus paupérrimos resultados en las últimas presidenciales. Probablemente lo anticipaba, y por eso se alió con LFI, que se consolida como la nueva mayor fuerza de izquierda gala.
En el extremo opuesto, Agrupación Nacional pasó de solo 8 curules a 89. Este es el partido de extrema derecha que encabeza Marine Le Pen, rival de Macron en el balotaje presidencial tanto en 2017 como en 2022.
La centroderecha, amalgamada en la alianza Unión de Derecha y el Centro, sufrió pérdidas. Quedó con un total de 64 escaños, 61 de los cuales corresponden a su principal integrante, el partido Los Republicanos. El mismo había obtenido 112 hace cinco años.
Los tres nuevos bloques
De manera que se confirma una transición en la política francesa. Antes predominaban la centroizquierda y la centroizquierda, encarnadas respectivamente en el Partido Socialista y el partido predecesor de Los Republicanos. Ahora hay una coalición de organizaciones próximas al centro que gira en torno al presidente Macron, a la que desafían de manera importante la extrema izquierda liderada por Mélenchon, y la extrema derecha liderada por Le Pen.
Las implicaciones de este nuevo statu quo y el desempeño de los tres grandes bloques se verá más adelante. Pero de momento, estas elecciones parlamentarias ya están generando una situación complicada.
Por su sistema político semipresidencial, en Francia hay un Presidente que se desenvuelve con autonomía del parlamento, y un primer ministro que sí necesita respaldo legislativo. La coalición oficialista, a diferencia de 2017, no obtuvo una mayoría absoluta. Entonces, tendrá que negociar con algún otro elemento para formar un gabinete de coalición.
Quizá el mejor candidato para aliado sea la alianza centroderechista que lidera Los Republicanos. Porque el Partido Socialista está coaligado con LFI y además tiene muchos menos escaños.
Pero aunque los partidarios de Macron logren formar un gabinete, al Presidente le será más difícil avanzar en sus proyectos con un parlamento menos amigable. A su vez, eso pudiera aumentar el descontento que el Presidente pudo contener para ser reelegido. ¿Podrá seguir conteniéndolo?