Para nadie es ningún secreto que la democracia, como en otras partes del mundo, ha retrocedido en los últimos años en Centroamérica. El caso más grave es sin duda el de Nicaragua, bajo el puño de hierro de Daniel Ortega. El populismo autoritario del su par salvadoreño, Nayib Bukele, también es motivo de preocupación.
Alejandro Armas/El Político
Pero por alguna razón, el caso de Guatemala recibe mucha menos atención. Como otras naciones centroamericanas, Guatemala nunca se volvió una democracia modelo luego de las dictaduras militares y guerras civiles del siglo pasado. Varios de sus mandatarios en la década pasada, como Otto Pérez Molina y Jimmy Morales, tuvieron un desempeño no precisamente apegado al Estado de Derecho.
Pero con el actual presidente, Alejandro Gianmattei, la tendencia negativa se ha acentuado. Veamos.
Contra los incómodos
La corrupción es uno de los principales factores que socavan la democracia en Guatemala. Sobre todo por cómo los involucrados impiden que se cumpla la ley y persiguen a quienes los exponen.
Así, por ejemplo, según reporta The New York Times, un juez y un fiscal que investigaban corruptelas ligadas al presidente Gianmattei huyeron este año del país por temor a ser arrestados. Quien sí fue puesto tras las rejas fue José Rubén Zapata, director del principal periódico guatemalteco, el cual investigaba el caso. Se le acusó de “lavado de dinero”.
Los seleccionados por Gianmatteri para labores contra la corrupción, en cambio, dejan mucho que desear. El fiscal general y el funcionario a cargo de un organismo específicamente anti corrupción tienen negado el acceso a Estados Unidos por… Socavar averiguaciones sobre corrupción, ni más ni menos.
Por todo lo anterior, no debería sorprender que Guatemala obtuvo en 2021 un puntaje de apenas 4,62 sobre 10 en el Índice de Democracia de The Economist. En 2020 fue de 4,97. En 2006, de 6,07. La cifra actual es incluso inferior a la de El Salvador bajo Bukele, que consiguió 5,72.
Eliminación de contrapesos
Hay argumentos teóricos en la ciencia y la filosofía políticas que exponen la gravedad de los acontecimientos en Guatemala. Empezando por el debilitamiento del poder judicial cuando sus ocupantes dan pasos que molestan al titular del ejecutivo y este además lo coopta con personas afines.
Ya en la segunda mitad del siglo XVII, luego de ver la consolidación del absolutismo en Europa (pero no en su natal Inglaterra), el filósofo John Locke señaló la separación de poderes como factor clave para prevenir gobiernos despóticos. Locke concibió solo dos poderes: el legislativo y el ejecutivo. Pero en la centuria siguiente, el pensador francés Montesquieu añadió el judicial como tercer poder. Esta tríada quedó plasmada en la Constitución de Estados Unidos y desde entonces ha sido la división clásica de poderes.
Asimismo, la persecución de la prensa independiente es otra falta grave. Tal como señalaron los politólogos Juan Linz y Alfred Stepan, una sociedad civil autónoma es una de las “esferas” esenciales para la democracia. El periodismo es parte importantísima de dicha sociedad civil, porque escruta el poder del Estado.
Precisamente por eso, la prensa es uno de los primeros blancos del poder autoritario. Luego, si no se le frena, puede ir por otros entes de la sociedad civil… Hasta que todo queda sometido.