La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, celebradas ayer, consolida la mayor metamorfosis política en ese país desde que Charles de Gaulle fundó la Quinta República en 1958. El bipartidismo imperante desde aquel entonces terminó de hacer crisis.
Alejandro Armas/El Político
El presidente Emmanuel Macron y su rival ultraconservadora Marine Le Pen pasan a segunda vuelta, que será en solo dos semanas. De inmediato comenzó el reparto de apoyos por parte de los demás candidatos, que deja un porvenir incierto. Cualquiera de los dos puede ganar.
Veamos en detalle lo que nos dice el resultado de la primera ronda gala.
Las cifras
Finalmente, el voto reflejó más o menos lo que las encuestas venían adelantando en las últimas semanas. A saber, los favoritos son Macron y Le Pen, con relativamente poco margen. El mandatario quedó de primero, con 28% del voto, mientras que su mayor contrincante se hizo con 23%.
Con menos de 500 mil votos de diferencia, con respecto a Le Pen, el tercer lugar fue para Jean-Luc Mélenchon, el abanderado de la extrema izquierda populista. Obtuvo 22%. Luego está Eric Zemmour, un polémico ensayista que buscó ser alternativa a Le Pen dentro de la ultraderecha, con 7%.
Valérie Pécresse y Anne Hidalgo, sendas candidatas de los partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda, solo obtuvieron 5% y 2% del sufragio, respectivamente.
La mayoría de los candidatos derrotados no tardó en dejar claro a quién apoya en el balotaje. Pécresse, Hidalgo y otros se decantaron por Macron. Zemmour llamó a votar por Le Pen, potencialmente reunificando a la extrema derecha. Mélenchon no apoyó a nadie, pero instó a que nadie vote por Le Pen.
El reparto
La pregunta clave ahora es cómo se distribuirá entre Macron y Le Pen voto por las terceras opciones. En teoría, el Presidente parte con mejor pie. Si se le suman los votos de Pécresse, Hidalgo y otros que ahora lo respaldan, es más que el sufragio combinado de Le Pen y Zemmour.
Además, pese a que en las últimas semanas las encuestas generaron incertidumbre al reducir la brecha con Le Pen, la misma terminó siendo mayor que en 2017. En aquel entonces, el margen entre Macron y Le Pen fue de solo tres puntos porcentuales. Pero en el balotaje, el primero duplicó el voto de la segunda.
Sin embargo, no hay garantías de que esto vuelva a ocurrir. Como Presidente, Macron ahora carga con la decepción de buena parte de la ciudadanía francesa. No puede volver a identificarse como promesa novel. Por otro lado, pese al apoyo de la mayoría de los demás candidatos, no necesariamente los votos por estos pasarán a Macron. Y lo mismo puede decirse sobre los votos de Zemmour yendo ahora a Le Pen.
Al final, el factor decisivo pudieran ser los votantes de Mélenchon. Al rechazar a Le Pen pero no decir nada sobre Macron, el izquierdista dio un aval tácito a sus seguidores para que sufraguen por el mandatario. Pero, aunque estén en extremos ideológicos opuestos, es posible que quienes votaron por Mélenchon primero lo hagan por Le Pen después. Ambos representan un rechazo radical al statu quo.
Terremoto
Incluso si Macron es reelecto, al política francesa queda muy sacudida. El Presidente quedaría como representación de un centro político asolado por extremos de lado y lado, ahora fortalecidos. Le Pen desplazó nuevamente a la derecha moderada en la primera vuelta. Lo mismo hizo Mélenchon en la izquierda.
Es decir, ya en 2017 los partidos de centroderecha y centroizquierda que llevaban 60 años dominando la política francesa obtuvieron resultados magros. Esta vez son aun peores, consolidándose así la debacle.
De todas formas, esta tendencia quedará más clara en las elecciones legislativas, que serán en junio. Entonces se verá si la extrema derecha y la extrema izquierda pueden replicar, en el reparto de curules, sus respectivos progresos en carreras presidenciales.