El décimo octavo congreso del PP español (centroderecha) acabó hoy con un reforzamiento de la figura de su presidente, Mariano Rajoy, que, al frente del Ejecutivo español desde 2011, abogó por contar con la colaboración de otros partidos, pero sin renunciar a su política de estos años.
Ratificado en la presidencia del partido con el 95,6 por ciento de los votos del congreso, Rajoy ha dado continuidad a su equipo de los últimos tiempos, defensor como es de que "lo que funciona no se toca", como afirmó hoy en su intervención de clausura.
Sólo ha recortado los poderes de su número dos, la secretaria general, Dolores de Cospedal – que también es ministra de Defensa y líder del PP en la región de Castilla-La Mancha – en una muestra de equilibrio interno, en especial porque la acumulación de poderes en manos de esa dirigente generaba algún malestar en el partido.
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Las competencias que pierda Cospedal las gestionará Fernando Martínez Maíllo, número tres del partido, pero ni siquiera cabe ver ese movimiento en términos de clave sucesoria, porque en el horizonte no se percibe la perspectiva de una retirada de Rajoy.
El líder popular, próximo a cumplir 62 años, es conocido por su capacidad de resistencia y su manejo de los tiempos, a veces desesperante incluso para los suyos, y ya ha superado varios episodios difíciles.
El más reciente fueron los diez meses de interinidad de su Gabinete, desde diciembre de 2015 hasta octubre pasado, con dos elecciones consecutivas que redujeron la presencia de los populares en el Congreso de los Diputados y pusieron en riesgo la presencia de Rajoy al frente del Gobierno.
La abstención del rival tradicional, el partido socialista, permitió la reelección de Rajoy, quien hoy – consciente de su escasa mayoría parlamentaria – reiteró que desea diálogo con todos y llegar a acuerdos, pero sin deshacer lo hecho por su Ejecutivo desde 2011.
"Haremos concesiones razonables sin tirar por la borda los sacrificios de estos años", afirmó Rajoy al recordar las medidas impopulares del primer tramo de su mandato para intentar sacar a España de la crisis económica.
Al evocar ese período aseguró que "no fue fácil, porque íbamos al precipicio del rescate" por parte de las instituciones financieras internacionales, lo que hubiera supuesto "dejar en manos ajenas nuestra soberanía".
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Esa misma idea, la defensa de la soberanía nacional de los españoles, fue la empleada también por Rajoy al abordar el otro gran tema que – junto a la economía – protagoniza la política española en estos tiempos: la pretensión independentista del Gobierno de la región de Cataluña.
"Se quieren saltar la ley para eliminar la soberanía nacional de los españoles y romper el país", dijo el líder popular, quien subrayó que el secesionismo "es un disparate".
Así, dejó claro que no va a "tratar ni comerciar" sobre un proceso secesionista que "pasa por encima de la Constitución", mientras los soberanistas catalanes planean convocar un referéndum antes de septiembre.
Rajoy presidirá el PP durante cuatro años y, según los estatutos de esta formación, eso le garantiza ser el candidato del partido en las próximas elecciones, que deberían ser en junio de 2020, aunque el presidente del Gobierno español tiene la potestad de adelantarlas.
Con información de: EFE