El senador Marco Rubio, que tropezó en una candidatura presidencial republicana y luego volvió a la carrera por su escaño en el Senado, fue reelegido el martes a un segundo mandato.
El senador, un conservador cubano-estadounidense, se opuso a un desafío enérgico por el diputado Patrick Murphy, de 33 años, un demócrata que consistentemente retrató al Sr. Rubio como un legislador ausente con lealtades equivocadas – primero a la presidencia en vez de a su trabajo, y luego a Donald J. Trump, el candidato presidencial republicano.
En una elección que enfrentó a dos jóvenes y ambiciosos combatientes, Rubio, un republicano que había jurado no buscar la reelección al Senado, fue, con mucho, el candidato más conocido y mejor financiado. Antes de su carrera presidencial y la carrera del Senado hace seis años, Rubio comenzó su carrera en el Statehouse de la Florida, donde se convirtió en presidente de la Cámara. Pero la carrera resultó sorprendentemente estrecha cuando Rubio, de 45 años, luchó por caracterizar su apoyo al Sr. Trump, su único oponente en las primarias presidenciales. El Sr. Trump superó a Rubio en las primarias de la Florida y lo ridiculizó como "Pequeño Marco". Incluso cuando el Sr. Rubio respaldó al Sr. Trump, que es muy impopular entre los hispanos, un electorado crucial para el senador, evitó sobre todo mencionarlo El muñón.
Un congresista moderado del sur de la Florida, el Sr. Murphy fue descrito por el Sr. Rubio como excesivamente privilegiado y demasiado dependiente de la considerable fortuna y conexiones de su padre. Murphy, uno de los candidatos más jóvenes para participar en una carrera de alto perfil en el Senado, fue acusado a su vez de inflar su currículum y lograr poco en el Congreso durante sus dos mandatos.
Los dos candidatos tomaron tachuelas opuestas en varias cuestiones, con Murphy apoyando los derechos al aborto, un aumento del salario mínimo, la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio y el fin del embargo económico de los Estados Unidos a Cuba.
Con información de: New York Times