Pekín vuelve a jugar al Risk. En su caso, cambiando el tablero del popular pasatiempo de conquistas por un escenario real: el mar de China Meridional, donde la segunda potencia mundial se disputa territorios con países vecinos.
El Político
Sacando partido del repliegue doméstico de algunos contrincantes provocado por la pandemia de coronavirus, China, que recurre a tácticas patrióticas para compensar un comienzo de año infernal, ha vuelto a mover ficha para marcar posiciones.
Unas maniobras que acorralan a los jugadores de la región y lanzan un mensaje hacia EEUU, su verdadero archirrival: las reglas en este lado del Pacífico las pongo yo.
Los movimientos de la potencia asiática no son precisamente sutiles. El próximo golpe planeado por el Ejército de Liberación Popular (ELP) para agosto es tomar la isla de Hainan, en el mar de China Meridional y el punto más al sur de China, simulando la posible conquista de las islas Pratas, controladas por Taiwán y que Pekín reclama como parte de la provincia meridional de Cantón.
Las islas Pratas (Dongsha, según Pekín), formadas por una pequeña isla y dos atolones unos 300 kilómetros al sureste de Hong Kong, habían sido relativamente ignoradas por China.
Pero las crecientes tensiones con Taiwán, la isla autogobernada que Pekín considera una provincia de su territorio —un conflicto cuyo origen se remonta a la guerra civil (1927-1949), cuando tras la derrota los nacionalistas de Chiang Kai-shek se refugiaron en Taiwán y proclamaron la República de China—, han vuelto a ponerlas en su punto de mira.
China quiere dejar claro que sigue muy de cerca los acontecimientos al otro lado del estrecho de Formosa, sobre todo de cara a la inauguración de la segunda legislatura de Tsai Ing-wen, prevista el próximo 20 de mayo en Taipei.
Contraataque de Taiwán
“Las relaciones entre Pekín y Taipei han sido tensas durante toda la primera legislatura de Tsai y han continuado desde su reelección. China ha logrado excluir a Taiwán de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como parte de su campaña de aislamiento hacia la isla, pero Taiwán ha contraatacado manejando con éxito la epidemia”, considera Irene Chan, del Programa de China de la Escuela Rajaratnam de Estudios Internacionales de Singapur.
Taiwán representa ahora varias amenazas para Pekín. Por un lado, hacia su sacrosanta unidad territorial, definida en el principio de ‘una sola China’. Se trata de una de las bases principales de la política exterior del gigante, por la que solo hay un país en el mundo llamado China —impidiendo a terceros establecer relaciones diplomáticas con Taipei si quieren tenerlas con Pekín—, y que Tsai, del Partido Democrático Progresista, es reacia a reconocer.
Por otro, a su propia credibilidad internacional sobre la gestión de la pandemia, minada si se compara con la exitosa contención del coronavirus por parte de Taiwán, donde solo se han registrado 440 infecciones y siete muertes. Y, por último, a sus inestables relaciones con Washington, empeoradas también por el mayor contacto entre el presidente Donald Trump y su par taiwanesa.
Si Taiwán ofrece ahora a China el pretexto perfecto para sacar pecho patrio, aún malherido por las sacudidas del coronavirus y su guerra de propaganda con EEUU sobre el origen del agresivo patógeno, hay otros escenarios menos visibles donde Pekín también está mostrando músculo.
Fuente: Elconfidencial