En el presente, para conocer una variedad de opiniones, revisamos las redes sociales.
Beatriz Wasserman de Rittigstein/El Político
Pero tras esa práctica y enfrentar a varios antisemitas, se pueden enumerar los prejuicios, mitos y calumnias más comunes, así como, explicar algunos conceptos errados y desinformaciones.
En Twitter, por ejemplo, encontramos una cantidad de cuentas que tienen el único propósito de promover la causa palestina, o más bien de atacar al judaísmo y al movimiento intrínsicamente vinculado: el sionismo.
Esto con la pretensión de eludir la acusación de antisemita, evitan mencionar judío y lo suplen por sionista.
A menudo, esos “trino-odiadores” afirman que, ante sus críticas a Israel, de inmediato se los acusa de antisemitas.
Sin embargo, cabe destacar que en Israel es aceptada la autocrítica, por lo que un señalamiento con base real es tolerado con normalidad.
Las tres D
Hay una forma de saber si una crítica es venenosa, se trata de las 3 D de Nathan Sharansky (quien la ideo): demonización, deslegitimación y doble rasero; si en el comentario se distingue una de estas tres características, indudablemente es antisemitismo.
En estas cuentas encontramos la promoción de arcaicas imputaciones antisemitas, generadas en tiempos del oscurantismo medieval, adaptadas a la actualidad, como el libelo de sangre.
Así son muy frecuentes las denuncias sobre el asesinato de niños y jóvenes tras bombardeos, no obstante, se trata de crímenes de los terroristas de Hamás y de la Jihad Islámica que disparan cohetes desde centros poblados contra ciudades israelíes y se rodean de civiles gazatíes como escudos humanos para evitar la destrucción de sus bases.
Además, numerosos cohetes lanzados contra hogares en Israel no logran traspasar la frontera y estallan en centros urbanos de Gaza.
Otros son los casos de jóvenes entrenados como terroristas para asesinar a ciudadanos israelíes y mueren en enfrentamientos con las fuerzas policiales.
Ilan Pappe
De más reciente factura, muchas de estas cuentas han reproducido las palabras de Ilan Pappe, un israelí que se define como historiador y a quien le han descubierto una serie de disparates.
En una nueva apuesta inspirada en su auto odio, denunció falsamente que antes de la Independencia de Israel, se pretendió contaminar las fuentes de agua de Acco, reeditando el libelo del envenenamiento de los pozos de agua durante la epidemia de peste negra en la Europa medieval.
Resultan usuales las acusaciones de genocidio, no obstante, en cuanto a la demografía palestina de Cisjordania y Gaza, su crecimiento es alto y sostenido.
Sobre las invectivas de apartheid, la respuesta del presidente de Francia, Emmanuel Macron, es oportuna: “¿Cómo se atreven a señalar de apartheid a un estado donde la ciudadanía árabe está representada en el gobierno, en el parlamento, en posiciones de liderazgo y de responsabilidad?”
Y agregamos que, hasta en la Corte Suprema.
La mal llamada causa palestina ha creado una narrativa en la cual se victimiza a sí misma y culpa a Israel y a los judíos, pero en ningún momento se responsabiliza por sus acciones violentas, como adoctrinar a sus niños y jóvenes en el odio y el martirio, a través de textos escolares, programas infantiles en la televisión local, campamentos vacacionales militares, etc.
Es obvio que a los líderes de distintos movimientos palestinos no les interesa la paz, pero peor aún, no les interesa el bienestar de su propia población.