El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) sacó a 28 millones de brasileños de la pobreza y elevó la imagen del país en el extranjero, pero ahora, casi una década después, el obrero metalúrgico pasará a la historia como el primer mandatario de Brasil encarcelado por corrupción.
Lula, un icono de la izquierda y quien llegó a ser uno de los líderes más populares del planeta, anunció hoy que cumplirá con el auto del juez Sergio Moro y se entregará para ingresar en prisión.
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Atrapado por las garras de la Justicia, el exsindicalista fue condenado por un tribunal de segunda instancia a 12 años y un mes de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero por recibir un apartamento en la playa a cambio de favores a una constructora durante su gestión pública.
Con su encarcelamiento, el Partido de los Trabajadores (PT) quedará huérfano de su principal referencia, tan solo dos años después de que la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fuera destituida por el Congreso por unas irregularidades en las cuentas públicas.
En contextos y por razones diferentes, Lula y su ahijada política han sido apartados del escenario político y han dejado al PT desamparado, sin un "plan B" para las elecciones presidenciales del próximo octubre, en la que el exmandatario lidera todas las encuestas demoscópicas.
Brasil verá por primera vez a un presidente encarcelado por corrupción, aunque la prisión ha sido el destino de varios mandatarios sospechosos y acusados de delitos políticos, en medio crisis y golpes.
En la historia del país, un presidente en el ejercicio del cargo fue preso, Washington Luís (1926-1930), mientras que otros tres políticos fueron encarcelados después de dejar la Presidencia.
Todavía en la vieja República (1889-1930), el presidente Hermes da Fonseca, que gobernó Brasil entre 1910 y 1914, fue detenido siete años después de dejar el sillón presidencial al cuestionar una decisión del Gobierno.
También fueron encarcelados Arthur Bernardes (1922-1926), y Juscelino Kubitschek (1956-1961), este último durante la dictadura militar (1964-1985).
La política brasileña se ha visto amenazada en el último siglo por las crisis políticas, los golpes y los procesos de destitución, el mismo mecanismo que en 2016 apartó a Dilma Rousseff de la Presidencia de la República durante su segundo mandato.
En los últimos 90 años, sólo cinco jefes de Estado elegidos en las urnas han completado su gestión sin interrupciones desde 1926, entre ellos Rousseff, quien finalizó el primero de sus dos mandatos.
Junto a Rousseff, cuya primera gestión fue de 2010 a 2014, Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) que ejercieron dos mandatos, y Eurico Dutra (1946-1951) y Juscelino Kubitschek completan el quinteto de invictos.
Los otros veinte presidentes elegidos en las urnas en casi un siglo fueron depuestos por golpes de Estado (Joao Goulart en 1964), renunciaron (Fernando Collor en 1992 y Janio Quadros en 1961), se suicidaron (Getulio Vargas en 1954), eran vicepresidentes que sustituyeron al titular o murieron antes de asumir (Tancredo Neves en 1985).
En pleno Facebook Live joven juega con un arma y dispara en la cabeza a su amigo
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La lista no incluye a los cinco militares que se relevaron en la Presidencia durante la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.
Pese a que Brasil recuperó su democracia en 1985 y la Constitución de 1988 sentó unas bases institucionales más fuertes, desde entonces sólo dos de siete presidentes (Cardoso y Lula) completaron sus períodos sin problema.
Los problemas de Lula, sin embargo, llegaron años después de concluir su gestión, cuando las investigaciones sobre corrupción de la petrolera estatal Petrobras comenzaron a extender sus tentáculos por todo el sistema político brasileño.