Los rivalidades entre dos lideres que pretenden perpetuarse en el poder se profundizan entre el jefe de gobierno ruso y el reelecto presidente bioloruso. Basta ver un mapa para entender que Alexander Lukasenko se mueve entre dos aguas, por un lado negocia con Vladimir Putin y por otro coquetea con Europa, una comunidad que ha optado por marcar distancia. .
El Político
Grupos de mujeres formaron largas “filas de solidaridad”. Vestidas de blanco, mujeres con flores y retratos de sus seres queridos detenidos durante las movilizaciones se reunieron en la parte suroeste de la ciudad, donde la policía disparó balas de goma a las personas que cantaban y aplaudían desde los balcones la noche anterior.
Alexander Lukashenko creyó que bastaba con reprimir a sus opositores, tras mas de 25 años en el poder, los jóvenes y las mujeres le salieron respondones, mientras al otro lado de la frontera un consolidado Vladimir Putin mantiene tensas relaciones con el mandatario bioloruso.
Miles de personas se han manifestado en el país desde el domingo par exigir un recuento de los votos que dieron al presidente, Alexander Lukashenko, una aplastante mayoría del 80% y a su principal rival apenas el 10%. La policía actuó de forma agresiva para disolver las protestas con porras, granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y balas de goma.
Un manifestante murió el lunes en Minsk y decenas más resultaron heridas. Radio Libertad en Bielorrusia reportó que otro hombre falleció en un hospital en la ciudad de Gomel, en el sureste del país, tras haber sido detenido por la policía.
El presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, se encuentra envuelto en un cuerpo a cuerpo con su homólogo del Kremlin, Vladímir Putin, a cuenta de la detención en las afueras de Minsk, hace una semana, de 33 supuestos miembros del grupo de mercenarios rusos denominado Wagner, a los que se acusa de haber estado preparando «actos terroristas» para desestabilizar el país.
En su vigésimo discurso anual en el Parlamento, Lukashenko arremetió s duramente contra Rusia, a la que reprochó sus «mentiras» por argumentar que los paramilitares estaban en Bielorrusia de tránsito hacia otros países (Venezuela, Siria, Turquía y Libia). «Salta a la vista que preparaban una masacre en el centro de Minsk», soltó el mandatario ante diputados, miembros del Gobierno, representantes sociales y diplomáticos. Unos 2.500 asistentes en total.
Lukashenko afirmó que los arrestados «lo han confesado todo». Los enviaron, subrayó, no a terceros países, sino «a Bielorrusia y les dieron la orden de mantenerse aquí a la espera». Acusó también a Moscú de estar empleando enormes recursos, «miles de millones», contra el país. «Todo un ejército de troles y provocadores de la información trabajan día y noche para desestabilizarnos», denunció. Como toque de advertencia al Kremlin, el Ejército bielorruso llevará a cabo en los próximos días unas maniobras militares.
La represión de las protestas ha provocado duras críticas en Occidente.El proyecto común que une los Estados afronta un periodo de crisis marcado por la necesidad de ambos líderes de permanecer en el poder.
Las relaciones comerciales son cada vez más tensas. Putin y Lukashenko juegan sus cartas para afianzar su posición y consolidar sus intereses geoestratégicos. A los dos les gusta mandar sin opositores y el poder eterno. El ruso debería poner sus barbas en remojo.
Occidente se distancia
El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, denunció la "detención de "manifestantes pacíficos y periodistas" e igualmente fustigó los cortes de internet "que obstaculizaron la capacidad del pueblo bielorruso de compartir informaciones sobre la elección y las manifestaciones".
Antes, la Comisión Europea, así como Francia, Alemania y Reino Unido, y la OTAN, habían condenado la represión. Varsovia pidió una cumbre de la UE consagrada a este asunto.
En cambio, los dirigentes ruso y chino, Vladimir Putin y Xi Jinping, y el venezolano Nicolás Maduro, felicitaron al presidente Lukashenko.
En las últimas semanas, el presidente biolorruso había acusado a Moscú de querer someter a su país y de buscar desestabilizarlo, en particular, con el envío de mercenarios.
Lukashenko afirmó este lunes que las manifestaciones fueron "teledirigidas" desde el exterior y no dejará que su país sea "hecho pedazos".
En 2010, tras la presidencial, las manifestaciones de la oposición habían sido brutalmente reprimidas.
También acusó a las fuerzas extranjeras de haber cortado internet en Bielorrusia. La oposición considera que las autoridades orquestaron los cortes para mejor organizar la represión.
La campaña electoral se vio marcada por un fervor inédito por Svetlana Tijanóvskaya, que reemplazó a su marido, un conocido bloguero, en la carrera a la presidencia tras su detención en mayo. Conminada por el gobierno, Svetlana optó por el exilio en Lituania.
La candidata instó a sus seguidores a llevar un brazalete blanco cuando fueran a votar y a fotografiar sus papeletas de voto para dificultar los fraudes.
Las autoridades redoblaron los esfuerzos al final de la campaña para frenar a la opositora y no dudaron en detener a una decena de sus colaboradores.
Ante el auge de su candidatura, los principales rivales de Lukashenko habían sido apartados. Dos están detenidos.
La movilización en torno a Tijanóvskaya se produjo pese a las dificultades económicas, agravadas por las tensiones con Rusia, y la respuesta de Lukashenko a la epidemia del coronavirus, a la que tildó de "psicosis".
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