El polémico presidente de Biolerusia se encamina a su sexo mandato en medio de protestas, porque los resultados electorales pocos lo creen.
El Político
El escrutinio oficial le da al mandatario más de un 80% de los votos mientras a su principal contendiente, Svetlana Tikhanovskaya, poco más del 9%. El resultado de las elecciones ha desatado las mayores protestas en su contra en años y la oposición no reconoce su victoria, alegando que hubo fraude.
"Mi posición y el Estado nunca me permitirán llegar a ser un dictador… pero gobernar con estilo autoritario es una característica mía y siempre lo he admitido". Esto dijo Alexander Lukashenko en una entrevista en la radio bielorrusa en 2003.
Y para muestra, la detención de periodistas que fueron a cubrir las elecciones.invitó este jueves a fiscales de Rusia y Ucrania a viajar a dicho país para conversar sobre la situación de 33 ciudadanos rusos detenidos en la ciudad de Minsk.
El pasado 29 de julio, la Fiscalía bielorrusa autorizó el arresto de los ciudadanos rusos bajo la acusación de que promovían actividades de desorden público con la intención de sabotear la campaña electoral en dicho territorio.
Antes los hechos, la Cancillería rusa manifestó su "desconcierto" e indicó que los individuos se encontraban en la ciudad de Minsk de tránsito hacia Estambul, para lo que disponían de todos los documentos necesarios.
Aumentan las protestas
Miles de manifestantes se echaron a las calles tras conocerse las primeras encuestas a pie de urna y entonaron cánticos contra Lukashenko y su gobierno.
La policía respondió con detenciones y granadas aturdidoras, balas de goma y cañones de agua contra los indignados.
La candidata Svetlana Tikhanovskaya reemplazó a su marido, Sergei Tikhanovsky, un famoso bloguero que fue encarcelado y su postulación vetada. Para Tikhanovskaya, las protestas ya son una victoria en sí misma. "Hemos ganado porque hemos vencido al miedo, la apatía y la indiferencia", declaró.
Lukashenko y su "estilo autoritario" lo ha llevado a gobernar controlando los principales medios de comunicación, marginado voces críticas, y persiguiendo y encarcelando a sus oponentes políticos.
Desde el inicio de la campaña electoral, en mayo, más de 2.000 personas han sido detenidas, según el Centro de Derechos Humanos Viasna.
Un soviético frustrado
Lukashenko proviene de una familia humilde. Fue criado por una madre soltera en un pueblo pobre del este de Bielorrusia. Está casado con Galina Lukashenko, con quien tiene dos hijos adultos: Viktor y Dmitry.
En 2015, aseguró en una entrevista que no tenía intención de divorciarse de Galina, a pesar de que llevan décadas sin vivir juntos.
Tiene un tercer hijo, Nikolai, quien nació en 2004 producto de su relación con su antigua doctora personal Irina Abelskaya.
Lukashenko, quien sigue siendo un nostálgico del desaparecido bloque soviético, era director de una granja estatal de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Cuando en 1991 se produjo un intento fallido de golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov, Lukashenko fue de los que apoyó las corrientes más férreas del comunismo.
Su primera victoria presidencial se produjo en 1994, después de liderar una campaña anticorrupción en el Parlamento bielorruso.
Diez años más tarde, en 2004, organizó un referéndum para suprimir el límite de dos períodos presidenciales, asegurándose la posibilidad de ser reelegido para gobernar Bielorrusia de forma indefinida.
En las elecciones de 2010, ganadas otra vez por Lukashenko, siete de los nueve candidatos presidenciales fueron arrestados.
Cinco años después, en 2015, asumió su quinto mandato con el 83% de los votos, en medio de reclamos y numerosas denuncias.
Ese año, la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich, ganadora del Premio Nobel de Literatura, advirtió que su país es una "dictadura blanda". Lo vinculó a la era soviética y dijo que no era de fiar.
Por más de dos décadas, Lukashenko ha tratado de convencer a los 9,5 millones de habitantes de Bielorrusia de que él es la mejor garantía de estabilidad y protección nacionalista.
Este mensaje sigue calando en muchos bielorrusos de mayor edad ya que el país había quedado devastado por el avance nazi en la Segunda Guerra Mundial y perdió a casi un tercio de su población. De ahí que el discurso antiextranjero y orgulloso de las fuerzas de seguridad nacional haya funcionado tan bien en muchos votantes.
En 2005, el gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, calificó a Bielorrusia como "la última dictadura que quedaba en el corazón de Europa".
En una ocasión advirtió que cualquiera que participara en una protesta opositora sería tratado como un "terrorista".
"Les torceremos el pescuezo de la misma forma que a un pato", añadió.
Bielorrusia es el único país de Europa donde la pena de muerte sigue vigente.
En los últimos años, sin embargo, la crítica a los métodos de Lukashenko se ha extendido hacia otros gobiernos.
Desde occidente se ha denunciado las acciones de Vladimir Putin en Rusia y de Viktor Orban en Hungría por perseguir oponentes y buscar extender su poder de Estado.
A finales de mayo, Lukashenko defendió no haber impuesto cuarentenas en su país, con motivo del covid-19.