El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) decidió este lunes en un congreso respaldar la firma del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Canadá, conocido por sus siglas CETA.
La decisión implica que Berlín puede defender el "sí" al acuerdo, ya que el SPD es socio minoritario en la gran coalición que lidera la canciller alemana, Angela Merkel.
Además, en clave interna, la decisión significa también que el presidente de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, que se había posicionado a favor del CETA, mantiene el respaldo de su formación, pues una negativa hubiese significado su caída.
Gabriel, que es también vicecanciller y ministro de Economía, aseguró en una rueda de prensa que el CETA es "mucho mejor" que cualquiera de los demás acuerdos de libre comercio firmados por la UE desde 2013, incluidos los sellados con Perú y Colombia.
"Buenas reglas, comercio justo", zanjó el político socialdemócrata, que destacó que se ha eliminado del CETA la opción de los tribunales privados para dirimir disputas comerciales.
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A su juicio, este tratado es "una protección contra malos acuerdos" porque sienta precedentes y mantiene estándares de calidad y derechos, algo que ha dejado a Estados Unidos -que negocia con la UE otro acuerdo comercial- "muy descontento".
La posición de Gabriel causa en Alemania cierta controversia, ya que ha defendido el CETA frente a algunos sectores de su partido y la izquierda mientras critica a la vez el TTIP -el acuerdo con EEUU- y afirma que está "de facto fracasado".
El congreso del SPD, celebrado en Wolfsburg (centro de Alemania) con la participación de la dirección y de unos 200 representantes de las bases, acordó por una mayoría de dos tercios respaldar el CETA.
La votación tuvo lugar después de que el sábado más de 200.000 personas según la policía, y 350.000 según los organizadores, se manifestasen en siete ciudades de Alemania para protestar contra al TTIP y el CETA.
Estas movilizaciones se apuntalan en los crecientes temores entre la población alemana de que los acuerdos supongan una bajada de los estándares de calidad, sociales, laborales y medioambientales, así como la entrada en Europa de alimentos modificados genéticamente, que en EEUU se venden más fácilmente.
Con información de EFE