Un mes antes de dejar la Presidencia, Cristina Fernández impulsó un plan que le dio un dinamismo frenético a su patrimonio en pesos y dólares, una fortuna que creció en sus trece años en el poder. Ella y sus hijos, Florencia y Máximo Kirchner, transfirieron entre noviembre del año pasado y julio de este alrededor de $ 82,5 millones entre cuentas a su nombre y de una de sus empresas, la inmobiliaria “Los Sauces”.
Ahora se sabe. Quien decía ser la líder de un modelo de país que generaría una “matriz productiva” y trabajo “genuino”, destinó su dinero a la renta financiera, maliciosamente atribuida al “neoliberalismo”. Algunos de esos movimientos financieros fueron tan llamativos y sospechosos que pasaron a ser analizados por la Unidad de Información Financiera (UIF), el organismo encargado de detectar posibles maniobras de blanqueo de divisas de origen probablemente ilícito.
El informe de ese ente llegó a la Justicia. Y fue utilizado por el juez Claudio Bonadio, quien instruye una causa junto al fiscal Carlos Rivolo en la que se investiga si los Kirchner usaron a su empresa “Los Sauces” para vehiculizar fondos generados por la corrupción.
Esa inmobiliaria K compró y alquiló propiedades únicamente a dos empresarios beneficiados por decisiones tomadas por los Kirchner: Lázaro Báez y Cristóbal López.
La fortuna de los Kirchner aumentó gracias a los emprendimientos inmobiliarios y turísticos que la familia realizó con estos dos hombres de negocios.
El 3 de noviembre, Bonadio emitió una resolución basada en el análisis de la UIF y las transferencias “movedizas” de los $ 82 millones de Cristina y sus hijos.
El magistrado le pidió a su colega Julián Ercolini, que también investiga a los Kirchner en otra causa por posible corrupción en la obra pública, que mantenga el embargo que ya había dispuesto sobre alrededor de US$ 6,4 millones que se encontraron en una caja de seguridad y una cuenta del Banco Galicia que estaban a nombre de Florencia.
La causa “Los Sauces” fue iniciada y se impulsó por pruebas aportadas por la legisladora Margarita Stolbizer (GEN), y por su abogada, la doctora Silvina Martínez. La Justicia sospecha que los Kirchner movieron su dinero de esta forma para intentar ocultarlo de investigaciones de la Justicia. En tribunales y en la UIF se cree que el origen de parte de esa fortuna no está justificado.
Esta trama financiera empieza, en su mayoría, en una cuenta del Banco de Santa Cruz donde están depositados los fondos de la “Sucesión de Néstor Carlos Kirchner”. El administrador de la herencia de su padre fallecido es su hijo Máximo.
El dinero K transferido de esa cuenta pasaba al Banco Nación, donde Cristina comparte cuentas con sus hijos. De ese banco se “movía” a otras cajas de ahorro y cuentas corrientes de Cristina, Florencia y Máximo en el Banco Galicia. Muchas fueron abiertas de modo repentino en distintas sedes.
Según la UIF, la ex presidenta recibió además millones de pesos desde su empresa “Los Sauces”, con cuenta en el Banco Nación.
Ese mismo dinero pasaba a otra caja de ahorros que tiene en el Banco Galicia. Y era transferida a otra cuenta de su propiedad en la misma entidad. El 5 de enero pasado, la ex presidenta, por ejemplo, “movió” dinero de ese modo por $ 7,6 millones. Cristina, además, invertía en plazos fijos. Con las ganancias compraba dólares que su familia hacía “girar” después entre sus múltiples cuentas.
No fue magia.
En el circuito bancario no funciona jamás ese arte, que consiste en engañar con el cambio sorpresivo de elementos, algo imposible de realizar en un mundo regido por leyes de la naturaleza, inalterables.
Con información de Clarin