Música clásica, acuarelas y flores frescas: bienvenidos a los baños públicos más sofisticados de Nueva York, remodelados a un costo de 254.000 dólares y de uso gratuito.
Reformados y redecorados, los baños abrieron a fines de abril y se espera que sean utilizados por más de un millón de personas por año en el Bryant Park, en el centro de Manhattan, detrás de la Biblioteca Pública de la Quinta Avenida.
Los azulejos de porcelana fueron importados de Europa, algunos de ellos de España. Protectores de asiento de váter rotan y se renuevan al agitar de una mano, el aire acondicionado murmulla y la música de orquesta prácticamente ahoga el barullo cuando uno tira la cadena.
Son el otro extremo de los mugrientos baños públicos que los neoyorquinos están acostumbrados a ver, y su operación costará 271.000 dólares al año a la Bryant Park Corporation, que opera el parque público financiado con fondos privados.
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"¡Absolutamente hermoso!", opinó Pam Brown, una contadora jubilada de San Francisco que está de vacaciones en Nueva York.
"Esto debería ser así en todo el mundo", concordó su amiga Danesa Lone Aggersbjerg, de 52. "Tomas agua y tienes que ir al baño; es así. Una necesidad que todo el mundo tiene".
Un florero de piedra con flores naturales recibe a los visitantes en la entrada, delante de un espejo gigante, como en una mansión lujosa. Las flores son cambiadas dos veces por semana por un florista.
En el baño de las mujeres, hay instalaciones para cambiar a los bebés, productos femeninos gratuitos "a pedido" y un espejo de cuerpo entero para por ejemplo planchar las arrugas del vestido.
Las reglas son simples: las propinas están prohibidas, aunque en Nueva York se acostumbre lo contrario, y no se permite fumar, salivar, lavar los dientes, lavar ropa o saltarse la fila.
En las paredes hay acuarelas originales, cortesía de artistas contratados para imaginar el parque al aire libre.
"La gente no quiere irse", contó la empleada del baño Antoinette Smalls, que cumplirá siete años en el puesto en diciembre. "Algunas personas me dicen que este baño está más limpio que el de su casa".
Pero en Nueva York siempre hay inconformistas. "Es muy pequeño", dijo Johana Cruz, de 35 años, que vive en Brooklyn y trabaja para una compañía de TV cable.
A Brett Horner, un administrador de parques de Oregon, no le gustó la paleta de colores ni los cuadros. "Me gustaría algo más moderno", afirmó.