La sonrisa y expresión distendida del rostro de Lenín Moreno, a quien el Consejo Nacional Electoral (CNE) identifica como el ganador de los comicios del pasado 2 de abril, desaparecieron con una pregunta.
Era martes 4 de abril cuando, ante la consulta de un periodista en Quito sobre la “votación dividida”, Moreno frunció el entrecejo y adoptó una postura seria. Le pidió “respeto”, y pasó a escuchar otras interrogantes, sin responder a la de él.
Su reacción generó diversas opiniones sobre el estilo de diálogo que empujaría en su gobierno, el cuarto de Alianza PAIS (AP).
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Desde el 2 de abril Moreno ha ofrecido “inaugurar una época de diálogo”, y trabajar con “todas las fuerzas políticas y sociales”.
“La mano está extendida”, ha dicho en varias ocasiones.
Además, ya se ha reunido con algunos sectores, como autoridades seccionales de Manabí, empresarios e indígenas.
Pero hay quienes se muestran cautos frente al anuncio, pues dicen esperar que implemente ciertos cambios, una vez en el poder.
Y desde la orilla oficialista, se llama a deponer actitudes.
El titular del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), Ángel Sánchez, opina que Moreno debería invitar a conversar a gremios “relegados” como el suyo.
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