Paul Rosesabagina, cuya historia fue presentada en la película de 2004, “Hotel Rwanda”, sobre el genocidio en su país, se reunió con su familia luego de pasar años cumpliendo una condena de cargos de terrorismo.
El Político
Un reportaje del New York Times muestra que la liberación de Rusesabagina, un disidente de 68 años y residente permanente en Estados Unidos, no solo fue un triunfo de una diplomacia paciente y sigilosa. También resolvió una carga creciente en la relación de Washington con un pequeño pero importante aliado africano que juega por encima de sus capacidades en el continente. Y al que se le acusa de avivar un conflicto en el este del Congo que podría estallar en una guerra regional.
La difícil situación de Rusesabagina también presentó un desafío delicado para Estados Unidos mientras intenta recomponer sus relaciones con los países africanos para contrarrestar la creciente influencia china y rusa en el continente.
Esto ha implicado estrechar lazos con líderes como Kagame, un dirigente autoritario e irritable cuyo régimen represivo y que no admite disidencias, (el caso de Rusesabagina es un buen ejemplo) ha eclipsado los logros en la reconstrucción de Ruanda tras el genocidio.
Por qué es importante
El genocidio de Ruanda fue un intento de exterminio de la población Tutsi por parte del gobierno hegemónico Hutu de Ruanda entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, en el que se asesinó aproximadamente al 70 % de los Tutsis. Se calcula que entre 500.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas.
Rusesabagina fue aclamado en todo el mundo después del estreno de la película Hotel Rwanda en 2004, la cual lo presentó como el salvador de más de 1200 personas en el hotel de lujo que dirigía durante el genocidio.
En Contexto
No obstante, en Ruanda, las críticas directas de Rusesabagina al presidente del país, Paul Kagame le forzaron al exilio en Bélgica y luego en Estados Unidos.
Rusesabagina desapareció en agosto de 2020, días después de salir de su casa de Texas en lo que él creía que era un viaje a Burundi.
Agentes ruandeses lo engañaron para que abordara un avión privado que lo llevó a la capital ruandesa, Kigali, donde fue detenido, acusado de terrorismo y, tras lo que los expertos jurídicos calificaron de un juicio profundamente viciado, sentenciado a 25 años de cárcel.
Los hechos: Liberación de Russebagina
La admiración que despertaba Russebagina, luego de la película Hotel Rwanda, movilizó a todo el mundo en su defensa. Estados Unidos por supuesto y particularmente su gobierno se sumaron a esa causa
Por eso en una visita a Washington del presidente Kagame, al preguntársele por el preso político más famoso de su país y su enemigo personal, respondió:
“Ninguna presión estadounidense podría “intimidar” a Ruanda. Tal vez puedan inventar una invasión y ocupar el país; pueden hacer eso”, añadió con brusquedad, en un evento durante la Cumbre Estados Unidos-África organizada por el gobierno de Joe Biden para líderes de todo el continente.
Sin embargo, a primeras horas de la mañana siguiente, uno de los principales asesores de Kagame se reunió en secreto con el asesor de seguridad nacional del presidente Biden, Jake Sullivan, para discutir las condiciones de una posible liberación.
Fue un paso clave en una labor compleja y secreta para liberar a Rusesabagina, que culminó el 29 de marzo con su regreso a Estados Unidos, donde se reunió entre llantos con su familia en una base del ejército estadounidense en Texas.
“Todos nos desmoronamos cuando lo vimos”, dijo en una entrevista su hija, Anaïse Kanimba, de 31 años.
Presiones para liberar a Russebagina
Ha de resaltarse que en la liberación del famoso prisionero, actuaron celebridades celebridades como Don Cheadle, el actor que interpretó a Rusesabagina en Hotel Rwanda, y Scarlett Johansson.
Sin embargo, el Departamento de Estado tardó en aceptar su causa, en parte por su condición de ciudadano no estadounidense.
Según declaró un funcionario estadounidense bajo la condición de permanecer en el anonimato, también por la naturaleza turbia de las acusaciones ruandesas de que había financiado a un grupo armado que había matado a civiles.
No obstante, poderosos senadores estadounidenses de los dos partidos se ocuparon del caso de Rusesabagina, entre ellos Patrick Leahy, demócrata de Vermont, y Jim Risch, republicano de Idaho, el miembro de más alto rango de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Tras escribir cartas y, en cierto momento, reteniendo 90 millones de dólares de ayuda a Ruanda, los senadores presionaron al gobierno para que ayudara.
Estos obtuvieron resultados en mayo de 2022, seis semanas después de finalizado el proceso de apelación ante el tribunal, cuando el Departamento de Estado declaró formalmente que Rusesabagina estaba “detenido de manera ilegal”, un estatus que disparó su caso a la lista de prioridades del gobierno.
Departamento de Estado en acción
El líder ruandés también estaba siendo objeto de escrutinio de Occidente por los vínculos de su país con el M23, un grupo rebelde del este del Congo que estaba sumiendo a la región en el caos.
Kagame negó cualquier tipo de vínculo, pero las relaciones con Estados Unidos estaban cada vez más tensas, una crisis que constituyó el telón de fondo de una visita del secretario de Estado, Antony Blinken, a Ruanda en agosto. Blinken presionó a Kagame sobre Rusesabagina, una señal inequívoca de que el caso se había convertido en una prioridad estadounidense.
Cuatro días después, John Tomaszewski, asesor de Risch, visitó a Rusesabagina en la cárcel. Le mostró la propuesta del texto de una carta en la que Rusesabagina solicitaba el indulto de Kagame.
“La familia de Paul había dudado que procedería con la carta. Pero Paul estaba sien.do pragmático”, dijo Tomaszewski.
Las cosas se empezaron a mover con rapidez. Funcionarios del Departamento de Estado trabajaron en secreto con la familia de Rusesabagina para incluir en la carta un lenguaje que apaciguara a Kagame, así como la sugerencia de que, si quedaba en libertad, Rusesabagina dejaría de criticar al gobierno de Ruanda.
Los familiares mencionaron que no les gustaban esas concesiones, pero las aceptaron.
Casa Blanca se hace cargo
En noviembre, la Casa Blanca, con Sullivan a la cabeza, se hizo cargo de las negociaciones secretas.
El lado ruandés estaba a cargo de Mauro De Lorenzo, quien nació en Estados Unidos y fue investigador sobre África en el American Enterprise Institute en Washington antes de adquirir la nacionalidad ruandesa y convertirse en un acérrimo defensor de las políticas de Kagame.
De Lorenzo fue quien llegó a las ocho de la mañana a la oficina de Sullivan al día siguiente del belicoso arrebato de Kagame, en las primeras conversaciones cara a cara para discutir la posibilidad de liberar a Rusesabagina.
Después de eso, la conversación se centró en cómo podría producirse una liberación, según los funcionarios estadounidenses.
Aunque los ruandeses no exigieron dinero ni un intercambio de prisioneros, querían que la familia retirara la demanda. Estos insistieron en mantener la condena penal de Rusesabagina. Y querían que Estados Unidos emitiera un comunicado en el que se opusiera a la “violencia política”, el tipo de violencia que Rusesabagina había sido acusado de encabezar en Ruanda.
Estados Unidos aceptó esas exigencias, lo que llevó a Kagame a realizar la primera insinuación pública sobre una posible liberación el 13 de marzo.
Aun así, los ruandeses estaban muy preocupados por la manera en que se iba a ver la liberación de un prisionero al cual culparon insistentemente durante mucho tiempo de ser una mente maestra del terrorismo. Kagame no quería dar la impresión de haber cedido ante la presión de Estados Unidos.
Lo que sigue
Hay otro asunto pendiente: si Rusesabagina, ahora a salvo en territorio estadounidense y sin duda más famoso que nunca, cumplirá su compromiso de reducir sus críticas a su viejo enemigo, Kagame.
Definitivamente, la liberación de Rusesabagina merece otra película.