Tras el despiadado ataque a Ucrania, EEUU incluyó a Maria Vorontsova y a Katerina Tikhonova en la lista de personas sancionadas por la acción belicista de Vladimir Putin.
El Político
Para la administración de Joe Biden, a ambas les falta un apellido, el patronímico: Vladimirovna, “hija de Vladimir”, reportó RevistaVanityFair.
No han sido las únicas de la última ronda de sanciones, pero sí de las más relevantes, porque a la familia de Putin siempre la ha rodeado el misterio.
Gran parte de los activos de Putin están ocultos entre los miembros de su familia
Y porque la Casa Blanca aseguraba hace unas horas que creen “que gran parte de los activos de Putin están ocultos entre los miembros de su familia, y por eso se han convertido en nuestro objetivo”.
Es decir, las sanciones van dirigidas contra el presidente, no contra sus hijas por serlo.
La vida secreta de las hijas de Putin
Pero, ¿quiénes son? En teoría, ambas son hijas de Ludmila Putina, exazafata de Aeroflot que se casó con Putin en 1983, cuando el futuro presidente se dedicaba a hacer lo que hacían los oficiales de la KGB en Leningrado en 1983.
Vladimir y Ludmila se divorciaron en 2014. Un año después, Putin reconoció por primera vez que tenía hijas, pero no las nombró.
Solo dijo, durante una de sus ruedas de prensa, que "mis hijas viven en Rusia y han estudiado solo en Rusia.
Estoy orgulloso de ellas. Hablan otros tres idiomas con fluidez. Nunca hablo de mi familia con nadie. (…) Ellas viven su propia vida y lo hacen dignamente".
La mayor es Maria Vorontsova, una doctora endocrinóloga pediatra
La mayor es Maria Vorontsova, una doctora endocrinóloga pediatra de 36 años, dedicada a la investigación en un centro especializado de Moscú.
La reconocerán porque es la única de esta lista de 17 investigadores del centro que no tiene foto.
Por cierto, su perfil indica que no habla tres idiomas extranjeros, sino cuatro: inglés, alemán, francés y holandés, este último tal vez porque vivió en Holanda unos años.
También toca el violín y ha firmado una buena cantidad de investigaciones científicas.
Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, cuenta con una financiación de "varios miles de millones de dólares" para sus proyectos de investigación genética “supervisados personalmente por Putin”. Estuvo casada –y puede que todavía lo esté– con un holandés, Jorrit Faassen.
Incidente de tráfico con el auto en el que viajaba Matvei Urin
Cuando aún no estaban casados, pero sí eran novios, allá por 2010, Faatsen –que trabajaba para Gazprom, la mayor empresa rusa– tuvo un incidente de tráfico con el auto en el que viajaba Matvei Urin, por entonces banquero al servicio de Trado-bank y otras empresas financieras.
Del vehículo de Urin se bajaron siete guardaespaldas con bates y le pegaron una paliza allí mismo, sobre su BMW.
Urin fue, en este orden: encarcelado; condenado a cuatro años; recondenado a ocho años porque un juez dijo que la sentencia original era “demasiado floja”.
Fue condenado a otros 7 años y medio de cárcel por un fraude investigado cuando ya estaba en prisión, mientras todos los bancos para los que alguna vez había trabajado quebraban.
En 2013, la pareja vivía en un ático de lujo en Voorschoten
En 2013, la pareja vivía en un ático de lujo en Voorschoten, un bello villorrío holandés en el Randstad, a tiro de piedra de La Haya.
En 2014, el Times contaba que los habitantes de Voorschoten pidieron la expulsión de Holanda de la pareja, después de que un avión con 298 pasajeros de Malaysian Airlines fuese derribado sobre el Donbás durante el conflicto de los separatistas rusos contra los ucranianos.
Los verificadores de Bellingcat atribuyeron el ataque a la parte rusa. En 2015, ya vivían otra vez en Moscú.
Por su parte, Katerina Tikhonova, de 35 años, una empresaria del sector de las telecomunicaciones, que en la década pasada atrajo bastante atención por una de sus aficiones: bailarina de competición de rock and roll acrobático, algo que causaba cierta disonancia al pensar su padre.
Afición destapada por Reuters
Fue esa afición, destapada por Reuters, la que llevó a que ocupase algunos titulares en los que medio mundo se preguntaba si Tkhonova era o no era la hija del magnate.
Sobre todo porque cada vez que Reuters conseguía una fuente, confirmando el tema, la máquina de propaganda rusa se echaba encima de la misma.
Pasó con uno de los responsables de la organización de los bailes de Katerina, que primero afirmó una cosa y después dijo que “no puedo confirmar conocer a la hija del señor Putin”, una respuesta que puede leerse de varias maneras.
Los bailes predilectos de Tikhonova
Sobre todo teniendo en cuenta que a esa organización el Ayuntamiento de Moscú le construyó un estadio propio en 2016 cuyo valor osciló en el orden de los 25 millones de euros .
Se trata de un estadio único en el mundo que fue construido para fomentar los bailes predilectos de Tikhonova.
Y pasó con Andrey Akimov. Akimov (que lleva sancionado desde 2018 por Estados Unidos), por un lado fue el superior en Gazprombank (el banco de Gazprom) del por entonces marido de Katerina, Kirill Shamalov; y por otro, Gazprombank financiaba uno de los proyectos empresariales de Tikhonova.
El mismo día que salió la información en Reuters atribuyéndole la confirmación de la identidad de la mujer, el propio banco emitió un desmentido afirmando que la agencia se había inventado las declaraciones, que Akimov jamás había dicho nada y que "Tikhonova no es la hija del señor Putin".
Oligarcas rusos sancionados por Europa y Estados Unidos
De Shamalov, por cierto, hablamos al enumerar a los oligarcas rusos sancionados por Europa y Estados Unidos.
Aquí contamos cómo, siendo marido de Tikhonova, consiguió un crédito estatal de 1.500 millones de euros sin ningún problema para convertirse en el más jóven de los milmillonarios rusos, con tan sólo 32 años.
Para hacerse con el control de Sibur, otra petroquímica.
Los dos sólo estuvieron casados cinco años, de 2013 a 2018, y el divorcio se calcula que le costó a Shamalov el 50% de lo que tenía: la mitad de una fortuna inexistente antes de casarse.
Estados Unidos no ha aclarado sus acusaciones contra Tikhonova, a la que simplemente tacha de ser “una ejecutiva de tecnología cuyo trabajo apoya al gobierno ruso y al sector militar”.
En 2015, Reuters señalaba que Tikhonova lideraba dentro de la Universidad de Moscú (a la que también estaba adscrita su hermana) un proyecto de 1.400 millones de euros en dinero público para ampliar el campus.
Entre sus cinco consejeros para el proyecto universitario había dos antiguos colegas de su padre: oficiales de la KGB que también sirvieron en Dresde junto a Putin en los años 80