La propaganda palestina, aunque no proporciona bienestar ni mejora el nivel de vida de la población, ha sido exitosa.
Beatriz Rittigtein/El Político
Han instalado un discurso de victimización, plagado de abundantes mentiras con las cuales demonizan a Israel.
Esta conquista palestina cuenta con el apoyo de cadenas de medios de comunicación que aceptan las falsificaciones como algo normal, con el propósito de narrar la historia “real”.
Justamente, finalizando septiembre se cumplieron 22 años del caso del niño palestino Muhamad al-Dura, que se trasformó en el ejemplo más emblemático de manipulación de imágenes y generó enormes daños.
En Europa, los ataques a los que incitó el libelo de al-Dura fueron contra propiedades de judíos; en Israel, bajo la incipiente Intifada, un nuevo ciclo de terroristas suicidas para “vengar la sangre de al-Dura” tuvo como objetivo a niños israelíes.
El caso fue una sensación mundial, y con facilidad se aceptó la versión palestina que señalaba que “los soldados israelíes asesinaron al infante”.
Al-Dura fue inmortalizado en estampillas, graffiti, murales; numerosas calles fueron renombradas en su honor, y solo en Irán más de 150 escuelas llevan su nombre.
Sin embargo, el video grabado por Talal Abu Rahma, un camarógrafo palestino, evidenció que se trató de una puesta en escena: los agujeros de bala simétricos que penetraban la muralla detrás del niño abrazado a su padre indicaron disparos directos, y el ángulo de la posición israelí en la esquina opuesta hacía imposible que una bala de las Fuerzas de Defensa de Israel hubiese alcanzado a al-Dura.
Manipulación palestina…y burda
En una entrevista, Rahma confesó haber extraído las balas de la muralla, por lo que no se pudo hacer un examen balístico.
Una vez más, el mundo cayó en el fraude palestino; resulta irrebatible que al-Dura fue asesinado por los mismos palestinos.
Cuando el canal de televisión francés France-2 permitió que el productor Daniel Leconte y otros destacados periodistas franceses viesen los 27 minutos del material en bruto de Rahma, concluyeron: “Desde su posición, las únicas balas que podrían haber impactado al pequeño eran las palestinas”.
Richard Landes, de la Universidad de Boston, descubrió muchas horas de grabación adicional tomadas ese día en el cruce de Netzarim.
Esos videos fueron creados por una docena de camarógrafos palestinos que trabajaban para Reuters, AP y otras agencias, con un sinfín de escenas montadas de batallas producidas de forma artificial, para agregar más contenido falso.
Pallywood
De esta mentira nació Pallywood, una industria artesanal dedicada a producir videos de propaganda palestina que aumenta el número de farsas en las que los únicos testigos oculares, la única fuente de información, son palestinos.
Al igual que notorio el libelo del crimen ritual —acusación medieval que atribuía a los judíos haber asesinado a un niño cristiano para usar su sangre en la fabricación de matzá (pan ácimo)— costó la vida a cientos de miles de judíos a través de la historia, el mito de al-Dura se convirtió en la motivación de los radicales islámicos para cometer los más atroces crímenes.
Las falsificaciones palestinas se multiplican.
En mayo de 2021, The New York Times publicó en su primera plana unas 60 fotos de niños palestinos supuestamente asesinados por Israel; ese material provino del ministerio de salud de Hamás, y el periódico no lo verificó.
Resultó que entre las imágenes se contaban niños israelíes asesinados por Hamás, niños muertos años antes en distintas circunstancias, y niños palestinos víctimas de los cohetes fallidos que Hamás había lanzado contra hogares israelíes.
En estos días, numerosas cuentas de Twitter, incluyendo la de Al Jazeera, repitieron los señalamientos contra Israel, sin inmutarse en el hecho de que, científicamente, se ha comprobado que a al-Dura lo mató una bala del lado palestino.
Cuando una leyenda se glorifica es difícil que la verdad se imponga, sobre todo si los grupos extremistas palestinos tienen verdaderos ejércitos inflamando las redes sociales.