Con la estrategia legal arrojando pocos o casi nulos resultados, Trump tiene por delante una jugada que hasta ahora los analistas consideraban improbable: Usar al Congreso Federal para desafiar el voto de los Colegios Electorales. ¿Lo secundará el partido Republicano?
El Político
Las posibilidades del Presidente Donald Trump para revertir los resultados electorales pronto se reducirán a una última y desesperada maniobra: presionar a sus aliados republicanos en el Capitolio para que intervengan.
De acuerdo a un análisis del portal POLITICO, aunque el Colegio Electoral emite el voto oficial para la presidencia el 14 de diciembre, a quien le corresponde certificar los resultados unas semanas después es al Congreso.
"Y la ley federal da a los miembros individuales de la Cámara y el Senado el poder de impugnar los resultados desde la sala – un mecanismo raramente utilizado que se supone que es el último de todos los últimos recursos para salvaguardar una elección", apunta.
En el pasado algunos demócratas de la Cámara de Representantes intentaron desafiar las presidencias republicanas y fracasaron. En 2001 y 2017, después de que Al Gore y Hillary Clinton ganaron el voto popular nacional pero perdieran el Colegio Electoral frente a George W. Bush y Trump, respectivamente.
Los demócratas del Congreso fueron aún más lejos en 2005, cuando John Kerry perdió ante Bush. Lo que obligó a celebrar un debate en toda regla sobre los votos electorales de Ohio. Antes de que, tanto la Cámara de Representantes como el Senado, votaran para rechazar el desafío.
Opción en la mesa
Varios legisladores y ayudantes republicanos de la Cámara le reconocieron a POLITICO que están considerando esta opción para ayudar a Trump ."No hay nada fuera de la mesa", dijo el Rep. Matt Gaetz (R-Fla.) al medio.
Gaetz señaló que en enero de 2017, un puñado de demócratas de la Cámara de Representantes tomó este procedimiento antes de que sus esfuerzos se dispararan durante una sesión conjunta del Congreso. Presidida nada menos que por el entonces vicepresidente saliente Joe Biden.
"Se acabó", dijo Biden en ese momento, criticando a los demócratas mientras los republicanos aplaudían.
Esta vez, el vicepresidente Mike Pence estará en la silla ante cualquier desafío potencial, un escenario potencialmente incómodo.
Casi todos los estados han certificado sus resultados que indican que Trump perdió las elecciones. Sus batallas legales no han logrado impedir que los estados certifiquen su derrota. Y su intento de presionar a los legisladores estatales para anular la victoria de Biden parece no ir a ninguna parte. El Congreso – donde los republicanos están todavía alineados con Trump – es la última institución que podría ser un factor decisivo.
Así es como los defensores de Trump en el Congreso pueden tener una último oportunidad de subvertir la elección, que podría tener su beneplácito por que es casi seguro que sea más un espectáculo que una solución.
Desafiar el voto
Los artífices de la jugada parten de que la declaración que la elección presidencial no es oficial hasta que los legisladores certifican el ganador.
Los votantes, el 3 de noviembre, eligieron 306 electores para Biden y 232 para Trump. Esos electores emitirán sus votos formales para presidente el 14 de diciembre.
Una casi desconocida ley de 1887, llamada Ley de Conteo Electoral, (con varias actualizaciones posteriores), explica el proceso. La mencionada norma establece el 6 de enero posterior a una elección presidencial, como la fecha oficial de certificación. La cual se hace mediante unos procedimientos vagos y complicados. Esa ley federal también da a un pequeño número de legisladores un enorme poder para impugnar los resultados.
- Ese día, la Cámara y el Senado se reúnen en una sesión conjunta a la 1 p.m. – sólo tres días después de que el Congreso recién constituido preste juramento.
- Una de sus primeras órdenes del día es certificar el voto del Colegio Electoral.
- Si un solo miembro de la Cámara de Representantes y un solo senador se unen, pueden oponerse a listas enteras de electores presidenciales.
- Deben hacerlo por escrito y dar una explicación, aunque no hay directrices sobre lo detallado que debe ser.
- Si lo hacen, la Cámara y el Senado deben retirarse a sus cámaras y debatir el resultado hasta dos horas antes de votar sobre el asunto.
- Los electores de cada estado son certificados por separado, lo que significa que los legisladores empeñados en impugnar los resultados tienen múltiples oportunidades de forzar demoras prolongadas.
Pero, ¿ y si la Cámara de Representantes, dirigida por los demócratas, y el Senado, controlado por los republicanos, no están de acuerdo?. Ese resultado nunca se ha presentado antes. "Aunque probablemente daría a los gobernadores de estados clave – incluyendo a los demócratas que lideran Pennsylvania, Wisconsin y Michigan – un papel más importante" apunta el análisis de POLITICO.
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