El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha tratado de aprovechar el distanciamiento de Caracas con Estados Unidos para lograr algo que la Unión Soviética no pudo: controlar la riqueza petrolera del país caribeño, según publicó albertonews
El Político
Según refiere un trabajo de albertonews, esa intención no ha significado nada positivo para Venezuela, porque el apoyo de Moscú no ha permitido una reactivación de las operaciones de extracción de crudo.
Según el Informe mensual del mercado petrolero de agosto de 2020 de la OPEP, la producción de petróleo de Venezuela había caído a un promedio de 339.000 barriles diarios durante Julio, o menos de la mitad del promedio diario de 2019.
Lo cierto es que los esfuerzos del régimen de Maduro, con un apoyo considerable de Rusia, no han logrado impulsar de manera tangible la producción de petróleo.
Un dato a considerar es que a fines de julio de 2020, los datos de Baker Hughes mostraban que solo había una plataforma petrolera activa en el país latinoamericano, en comparación con 25 para el período equivalente del año anterior.
La nota de albertonews agrega que Moscú sí tiene una larga historia de apoyo a la dictadura de Venezuela, pero suministrando armas, préstamos y hasta mercenarios.
El mayor apoyo que dio Rusia a las operaciones de PDVSA fue facilitar la venta de crudo venezolano, permitiendo a Maduro eludir las sanciones de Estados Unidos.
A través de la empresa estatal rusa Rosneft se coordinaba la venta del petróleo venezolano a China. El apoyo era motivado en parte por el interés de esa empresa a la que Venezuela debe más de $ 6 mil millones.
Vale destacar que Putin ha sido más generoso en el apoyo con armamento y mercenarios al régimen de Maduro que con asistencia tecnológica para solventar las graves deficiencias operativas de PDVSA.
Para combatir esas infracciones, Estados Unidos impuso sanciones a Rosneft. La empresa vendió sus activos venezolanos a principios de este año a otra empresa propiedad del gobierno ruso para proteger a sus accionistas.
Es de hacer notar que el apoyo ruso no puede: solventar la malversación, la infraestructura en deterioro y una falta sustancial de inversión en actividades críticas de mantenimiento y desarrollo que causaron el colapso de la industria petrolera de Venezuela.
Esa caída de PDVSA arrastró también a la economía venezolana. Durante 2019, el PIB de Venezuela se contrajo un 35%, según el FMI, y se prevé que se contraiga un 15% en 2020 y otro 5% para 2021.
Como resultado, uno de los países más avanzados de América Latina es ahora más pobre que Haití.
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