Mantener buenas relaciones con Cuba le permitía a la antigua Unión Soviética (URSS) establecer una posición geográfica ventajosa con respecto a Estados Unidos; tener países satélites a sus órdenes en el tablero geopolítico y ganar la guerra fría.
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Para ello, necesitaban permear las ideas marxistas-leninistas a Cuba; y de esa manera se promovió el marxismo cultural en la isla. Así, se infiltraron con canciones, poemas y literatura cargada de adoctrinamiento ideológico, a través de los colegios y universidades; con las que promovían la idea de un “hombre nuevo” y transformador social, reseña Panampost.
Fidel Castro difundió esas ideas socialistas no solo en Cuba, también las exportó; de esa manera se comenzaron a promover y apoyar sublevaciones guerrilleras en toda América Latina. Para el gobierno de Castro, el nacimiento de nuevos gobiernos revolucionarios en América Latina era de vital importancia para romper su aislamiento regional, asegurar su supervivencia y derrotar al “imperialismo”.
El apoyo de Ernesto “El che” Guevara permitió desarrollar una teoría llamada el foquismo, en la que se explicaba que "no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución". Según esta visión, un pequeño foco iniciará acciones típicas de la guerra de guerrillas pudiendo lograr con rapidez que la revolución socialista se extendiera; obteniendo así el levantamiento de las masas y el derrocamiento de sistemas democráticos.
Marxismo cultural desde Cuba
El marxismo cultural fue una excelente estrategia para optimizar el descontento social y crear el ecosistema perfecto para que se formarán las primeras guerrillas. La URSS siempre buscó oportunidades de influencia para propagar su ideología; así logro crear un grupo denominado “Los internacionalistas”, que buscaba como respaldar técnica y militarmente insurrecciones en Latinoamérica.
De esta manera, sembraron las primeras semillas en Nicaragua. El sujeto clave fue Carlos Fonseca Amador, a quien invitaron 1957 al VI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Moscú. En Rusia estuvo al menos cinco meses tras los que quedó maravillado y escribió luego un panfleto llamado “Un nicaragüense en Moscú”.
Fonseca fue perseguido por la dictadura de Somoza y debió exiliarse en Guatemala. Integró la guerrilla "Rigoberto López Pérez" al mando de Rafael Somarriba en Honduras, apoyada por Cuba; y luego enviado a La Habana, tras resultar herido en un ataque en el que muere toda la columna guerrillera. Al recuperarse viajó a Costa Rica y Venezuela y a su regreso a Nicaragua fue detenido y enviado nuevamente a Guatemala; ahí fue confinado en El Petén, donde se hizo amigo del futuro comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Guatemala, Luis Augusto Turcios Lima.
Tras algunos malabares de los cubanos Fonseca finalmente fue liberado y regresó a Nicaragua para fundar un grupo guerrillero. De esa manera se conforma el “Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)”; y entre sus integrantes estaba Daniel Ortega, actual dictador de Nicaragua.
"La mayor parte de este grupo guerrillero estaba conformado por estudiantes, pues como decía Gramsci a través de la educación y la cultura había que reclutarlos en las universidades y así sublevar a los universitarios con panfletos y canciones donde se enseñaba como armar un fusil para la insurrección", concluye Panampost.
Fuente: Panampost
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