Cuando la pandemia comenzaba a arreciar al mundo y todas las miradas se detenían en la responsabilidad e inoperancia de China para contener el coronavirus.
El Político
El régimen comandado por Xi Jinping desplegó un plan de contingencia para acallar las voces críticas.
Se lo llamó “diplomacia de las mascarillas” y sirvió para inundar con material de protección e insumos médico de dudosa calidad a aquellos países sin suficientes recursos como para hacer frente a los brotes internos, reportó Infobae.
Con ese gesto de impostada generosidad al menos los mantendría en silencio… y en deuda.
Nueva estrategia China
Ahora, el régimen está detrás de otra estrategia, similar aunque más sofisticada. También costosa. No son mascarillas, ni trajes de protección médica, ni test de anticuerpos.
Se trata de las vacunas que se han desarrollado en China desde el inicio de la pandemia. Podría llamarse “diplomacia de las vacunas” y estará destinada -en principio- a países desarrollados, tal como prometió Xi. Pero, ¿qué hay detrás de esas intenciones?
Los “beneficiarios” serán países de Asia y de África, donde el régimen de Beijing está más comprometido en la puesta en marcha de su amazónica Nueva Ruta de la Seda.
“No creo que sea completamente altruista, creo que están buscando algunos beneficios de esto. China quiere expandir sus intereses comerciales y también estratégicos en estos países”, dijo Imogen Page-Jarrett.
Medio para expandir la influencia China
Page-Jarrett indicó que las vacunas pueden ser “un medio para expandir la influencia y el poder blando de China”.
Pero también con otro objetivo de marketing: reducir la imagen de Beijing como responsable de la pandemia que ya causó 1.571.376 muertes y casi 70 millones de contagiados en todo el mundo, de acuerdo a Johns Hopkins University of Medicine.
La agencia Xinhua, encargada de publicar todo movimiento del régimen, señaló que las vacunas contra el COVID-19 no serán utilizadas como un “arma o herramienta diplomática”.
Intenciones ocultas
Sin embargo, analistas de todo el mundo creen que las verdaderas y ocultas intenciones de Beijing radican en la amplia influencia que podría mantener sobre otros países si se convierte en su principal proveedor de vacunas contra el coronavirus.
Sobre todo en áreas y zonas geográficas donde mantiene disputas y una alta tensión territorial. Tal el caso del Mar del Sur de China, que el imperio oriental demanda como propio y las maniobras militares son cada vez más frecuentes.
“Hay tanta superposición de intereses chinos con las preocupaciones de otros países y tantas áreas en las que China podría querer salir adelante”, señaló Chong Ja-Ian, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Singapur.
Varios intereses de China
Page-Jarrett insiste en que los países del sudeste asiático también están interesados “en mantener su independencia y neutralidad” y que es por eso que “se resisten con bastante firmeza a cualquier esfuerzo por tratarlos como peones en estos juegos de poder regionales”.
Sin embargo, su bajo desarrollo en materia médica y sus necesidades más urgentes podría convertirlos en blancos de la nueva “diplomacia de las vacunas” del régimen.