La escena conmueve, golpea. Cuatro niños intentan continuar con su almuerzo al lado de sus padres esposados. A un metro de la mesa está la evidencia que justificó el allanamiento: varias cajas con cientos de kilos de marihuana. Los adultos habían alquilado su vivienda para transformarla en un lugar de acopio de drogas.
Es una imagen que entregó el procedimiento realizado esta semana en el departamento de Guaymallén. Pero situaciones similares se replican en todo el país. Familias que buscan un ingreso adicional uniéndose al negocio de los traficantes y vendedores de estupefacientes. Es la economía narco de subsistencia.
De acuerdo a la información que reseña el diario argentino, La Nación, ese concepto lo usó hace varios años el fiscal rosarino Guillermo Camporini, cuando en su ciudad la banda de Los Monos empezaba a penetrar en el tejido social de los barrios. Aquí sucede algo similar.
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"El mercado ilícito de sustancias prohibidas, en este caso marihuana, se ha tomado como una oportunidad de ingresos en sectores populares", argumentó Martín Appiolaza, director de Prevención y Derechos Humanos, de la Municipalidad de Godoy Cruz.
En la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico de Mendoza se reconoce hace bastante tiempo que "los quioscos de droga representan para muchas familias un trabajo". Es un problema con mayores complicaciones a la suma de decomisos, que en esta provincia crecieron 30 por ciento el año pasado.
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