Castro, Díaz Canell y Maduro pretenden cambiar el mapa de América, pero hay tres bloques políticos que indican que no habrá un cambio radical hacia la inquierda.
Cantando“el pueblo unido, jamás será vencido”, se clausuró en la tarde del domingo el tercer Encuentro Antiimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo, que durante tres días deliberó en La Habana, Cuba.
En la mesa que presidió el evento se sentaron el primer secretario del Partido Comunista, comandante Raúl Castro, el presidente Miguel Díaz Canel y el presidente de Venezuela Bolivariana, Nicolás Maduro. Junto a ellos también estaban el ex presidente de El Salvador, Sánchez Cerén y la secretaria Ejecutiva del Foro de Sao Paulo, Mónica Valente. La mesa estaba servida.
El Político
En el evento se acordó trabajar por la libertad plena de Lula Da Silva, ex presidente de Brasil, rescatar la Base de Guantánamo de las manos de Estados Unidos, aumentar la solidaridad con Cuba en momentos en que el bloqueo agudiza las dificultades económicas, y dar apoyo a otros procesos que en el continente están desarrollando luchas anticapitalista.
La rebelión del pueblo chileno y la batalla que está librando el presidente Evo Morales figuran, junto a Venezuela como prioridades de la atención de los movimientos y partidos de izquierda que reunieron delegados de 86 países.
Otros acuerdos resaltaron "el levantamiento popular del pueblo chileno contra las medidas neoliberales, la defensa de las Malvinas argentinas, y garantías a la vida de todos los excombatientes colombianos acogidos en el Acuerdo de paz".
Maduro ofrece arreglar los astilleros argentinos
En la clausura del Encuentro Antiimperialista en Cuba, el presidente venezolano Nicolás Maduro anunció que Venezuela está dispuesta a hacer los aportes que hagan falta para concluir los astilleros argentinos.
Las recientes elecciones en Argentina, Uruguay y Bolivia, así como las protestas masivas en Chile, Ecuador y Haití sugieren que el mapa político de América Latina está cambiando. Pero no creo que veremos un cambio radical hacia la izquierda como algunos están pronosticando.
Según el análisis de Andrés Oppenheimer lo más probable es que veamos una partición política de la región en tres bloques.
▪ El primer bloque estará liderado por el gobierno de derecha de Brasil, el país más grande de la región, e incluirá los gobiernos de centroderecha de Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Honduras y Guatemala. También es probable que se una al mismo Uruguay si gana el candidato de centroderecha Luis Lacalle Pou en las elecciones del 24 de noviembre, como auguran las encuestas.
▪ El segundo bloque de América Latina, al que muchos se refieren como el “Grupo de Puebla”, está compuesto por los gobiernos de México y Argentina, dos países políticamente poderosos pero debilitados por economías en baja.
Fernández ya ha anunciado que seguirá los pasos de México y se retirará del grupo de más de 50 democracias mundiales, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, que han declarado al gobernante venezolano Nicolás Maduro un “presidente ilegítimo”.
▪ El tercer bloque de la región estará compuesto por las dictaduras o regímenes autoritarios izquierdistas de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. A diferencia de cuando Venezuela era una potencia petrolera, es un bloque económicamente quebrado, pero políticamente influyente en los movimientos sociales de la región.
El bloque de países del Caribe, conformado por las islas no es uniforme. Países Bajos y el Reino Unido tienen una marcada influencia en la región, y mientras República Dominicana asciende en su economía, Haití se sumerge en marchas de protesta.
¿Cuál de estos tres bloques políticos prevalecerá? A corto plazo, probablemente ninguno.
Pero el próximo año Brasil puede convertirse en un líder regional por su mero peso económico. México y Argentina estarán demasiado consumidos por sus propios problemas económicos. Y Venezuela y Cuba continuarán siendo poco más que fuentes de agitación política regional.
Será un mapa político algo caótico, que le puede dar un respiro a la dictadura de Venezuela, pero no será un giro masivo hacia la izquierda como algunos pronostican.
Con información de Oppenheimer, RT