La verdadera historia detrás de la celebración de la navidad. Un relato que desmiente los tópicos de origen pagano.
El Político
George Bailey era un buen hombre a cargo de un pequeño banco familiar. Era, además, un buen padre, esposo y vecino, pero se enfrentaba a una terrible y angustiante situación: la falta de una suma de dinero llevaría a su pequeño banco a la quiebra segura.
Esto lo hundiría en la miseria junto a su familia, sus empleados y clientes. Adicionalmente arrastraría su honra y prestigio.
En su desesperación, en plena Nochebuena decide suicidarse, pero en ese momento recibe la visita de su ángel de la guarda que le reseña la forma en la que su existencia había cambiado la historia de aquellos a quienes George había ayudado y le muestra cómo sería la vida en su comunidad si él nunca hubiera existido.
Se trata de la historia de It’s a Wonderful Life, (¡Qué bello es vivir!). En 1946 Frank Capra dirigió esta película que fue, inicialmente, un fracaso de taquilla. Capra hizo que la oportuna intervención del ángel revirtiera la tragedia para lograr una feliz Navidad, consiguiendo un producto cinematográfico que con los años se convirtió, tal vez, en el clásico más clásico de la Navidad de todos los tiempos.
El exquisito talento de Capra para equilibrar sentimentalismo y epopeya supo inspirar las navidades de la posguerra con un producto que identificaba los valores navideños del nacimiento como símbolo de esperanza, del triunfo de la luz sobre la desesperación o de la sacralidad familiar como símbolo de refugio; con los de un occidente triunfal y pujante.
La película se repitió por años durante cada Navidad en cines y en televisión. Su mensaje acompañó cientos de miles de festejos navideños más allá del lugar o de las circunstancias de los espectadores.
La Navidad es un mito fundacional occidental. Los mitos fundacionales son vitales porque, aunque sus componentes resulten para una parte de la sociedad ficcionales, contienen un volumen simbólico propio de la vivencia personal, familiar y colectiva, por lo tanto son referenciales y eso les confiere una existencia.
Los elementos que componen una cultura, como su mitología y su ritualidad organizan complejas redes de significados que sirven para hacer accesible la comprensión personal de circunstancias de la vida que no podrían sobrellevarse de otra manera.
Aquello que es lo justo y su lacerante ausencia, el lugar de la muerte en una comunidad, el valor de la vida, el espacio de la trascendencia, la transmisión de la experiencia y la búsqueda del conocimiento, constituyen un montón de decisiones filosóficas que los pueblos toman a lo largo de su historia y que conforman su cosmovisión.
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