Aunque la acusación debe ser probada, el Departamento de Justicia de Estados Unidos luce más que seguro: Víctor Manuel Rocha, embajador de ese país, trabajó como espía para el régimen de Cuba.
El Político
Rocha, un ciudadano colombiano que también tiene la nacionalidad estadounidense, fue señalado el lunes de esta semana por el fiscal general, Merrick B. Garland.
El procurador aseveró que, por cuatro décadas, Víctor Manuel Rocha aprovechó sus posiciones dentro del Departamento de Estado para acopiar información y jugar contra los Estados Unidos.
Gracias a sus distintos cargos, Rocha podía acceder a datos que no eran del dominio público. Muchos de ellos delineaban la política de Washington hacia América Latina.
Según la justicia estadounidense, toda esa información fue a parar a las manos y a los oídos de la dictadura cubana, gracias al buen trabajo del ex diplomático como “agente extranjero”.
El perfil adecuado
Aunque nació en Colombia, Víctor Manuel Rocha creció en el territorio de Estados Unidos. Su familia se mudó desde el país suramericano hasta un barrio de clase media de la ciudad de Nueva York.
En su juventud, el ex funcionario cursó estudios en distintas universidades, todas de gran prestigio. Rocha tuvo la oportunidad de egresar de Yale, Hardvard y Georgetown.
Luego de conseguir su naturalización, el ex diplomático empezó su carrera dentro del servicio exterior de los Estados Unidos. Lo hizo a comienzos de la década de 1980.
Mientras se formaba y crecía dentro del Departamento de Estado, el embajador trabajaba, de manera paralela, con los organismos de inteligencia leales al régimen cubano.
Gracias al desarrollo de una identidad muy bien manejada, Víctor Manuel Rocha logró venderse como un hombre de ideales conservadores y como un enemigo acérrimo de la dictadura para la cual trabajó.
Ese perfil le permitió construir una buena reputación, que le ganó la confianza de sus colegas y superiores. A través de ello, Rocha consiguió ser miembro del Consejo de Seguridad Nacional.
El ex funcionario también fungió como subdirector principal de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana y ocupó cargos relevantes dentro de las embajadas en República Dominicana y Argentina.
Su consagración la logró, sin embargo, entre 1999 y 2002, cuando fue titular de la legación diplomática de Washington en Bolivia. Más tarde, pasó a desempeñarse como asesor del Comando Sur de Estados Unidos.
Inteligencia para la permanencia
De acuerdo con la justicia estadounidense, la infiltración de Víctor Manuel Rocha dentro del servicio exterior y, por tanto, dentro del Gobierno de Estados Unidos es la de “mayor alcance” vista hasta la fecha.
Mediante ella, el espía “buscó y obtuvo puestos (…) que le proporcionaban acceso a la información”. Tal accionar, han apuntado desde la Fiscalía General estadounidense, pudo afectar la “política exterior” del país.
Sobre este particular se pronunció Guillermo Pacheco Gaitán, académico del Security College y experto en asuntos relacionados con la seguridad nacional.
Durante una conversación con El Político, el especialista comentó que los datos acopiados y proporcionados por el ex diplomática a Cuba, pudieron servir de insumo para el posterior trabajo de los servicios de inteligencia de la isla.
Gracias a esas operaciones secretas, dijo Gaitán, el régimen de los hermanos Castro pudo planificar acciones estratégicas que, a la postre, le han permitido permanecer en el poder.
Guillermo Pacheco Gaitán también apuntó que la información compartida por Víctor Manuel Rocha con la inteligencia cubana pudo ser proporcionada e, incluso, vendida a regímenes latinoamericanos que se encuentran en sintonía con el de La Habana.
“Yo pienso que la actividad de este espía, hecho diplomático en los Estados Unidos, le sirvió en varias circunstancias al gobierno de Cuba”, dijo Gaitán. “Mucho de lo que ellos hacen es vender información”, precisó.
El docente agregó que se trata de “una información considerada clasificada”, cuyo contenido despierta gran interés en las naciones que comparten vecindario con los Estados Unidos.