La senadora californiana Kamala Harris decidió abandonar la carrera por la candidatura demócrata para las elecciones presidenciales de 2020, en EEUU, por problemas de financiación tras meses sin lograr despegar en las encuestas, informó El País.
El Político
La exfiscal de 55 años de edad que se ha caracterizado por sus incisivas intervenciones en el Capitolio, comenzó la batalla de las primarias como uno de los nombres más populares y llegó a protagonizar algún momento memorable, cuando acorraló a Joe Biden en el primer debate entre precandidatos del pasado verano en Miami, pero la recaudación de fondos se fue complicando y este martes tiró la toalla.
"Mi campaña para la presidencia sencillamente no tiene los recursos que necesita para continuar. No soy multimillonaria, yo no puedo financiar mi propia campaña", explicó en un comunicado. Parecía un dardo contra un nuevo aspirante por la candidatura demócrata, el rico exalcalde de Nueva York Mike Bloomberg, que dispone de un buen presupuesto sin necesidad de pelear por donaciones. El lunes, en un promedio de las encuestas a nivel nacional publicado por Real Clear Politics, Harris ocupaba el sexto lugar, con un 3,4% de apoyo, por detrás de Bloomberg, que en apenas una semana como candidato oficial ya es quinto.
En los últimos días se habían publicado informaciones sobre el mal ambiente dentro de su equipo de campaña, que había tenido que recortar con despidos por falta de fondos, y análisis sobre por qué la fiscal de la que tanto se esperaba al principio de las primarias no lograba dar con la tecla adecuada. En la batalla que parece haberse abierto entre moderados e izquierdistas, Harris no tomó un bando concreto y cambió sobre la marcha su postura en asuntos claves como la reforma sanitaria estadounidense, pero resulta aventurado concluir que ese ha sido su problema.
Es la segunda precandidata que se retira esta semana, después del gobernador de Montana, Steve Bullock, que ha pasado casi desapercibido por esta batalla. Pero el adiós de Harris llama tanto la atención como lo hizo hace justo un mes el del texano Beto O’Rourke, que también era una estrella ascendente en el Partido Demócrata.
La senadora llegó a la carrera como representante de una nueva ola en el Partido, tras haber roto barreras invisibles: de padre jamaicano y madre india, es la segunda mujer negra en ser elegida para el Senado de Estados Unidos y fue también la primera mujer fiscal general de California. Al Capitolio llegó en 2017, pero pronto se labró una buena reputación por sus interrogatorios incisivos. Anunció su candidatura el pasado enero en un día muy simbólico, la festividad de Martin Luther King, y defendió sus credenciales. “Tengo la experiencia única de haber sido líder en el Gobierno local, el estatal y el federal”, recalcó. Este martes, en su despedido, prometió "seguir en la lucha". "Nuestra campaña ha consistido en luchar por la gente cuyas voces no se han oído o se han ignorado. Mantendremos esa lucha", señaló.
Con la retirada de la senadora, la carrera demócrata enfrenta aún a 15 precandidatos, pero con solo cuatro de ellos destacados en las encuestas, a distancia considerable del resto: el exvicepresidente Biden (27%), el senador Bernie Sanders (16%), la senadora Elizabeth Warren (14%) y el alcalde Pete Buttigieg (11%). Biden y Buttigieg representan una corriente más centrista dentro del Partido Demócrata, mientras que Sanders y Warren encarnan el giro izquierdista. Ahora se verá hacia dónde viajan esos votos de Kamala Harris que ya no están en la competición, finaliza El País.
Fuente: El País