La reciente decisión de Japón de verter más de un millón de toneladas de agua “contaminada” en el Océano Pacífico ha causado una nueva ola de preocupación y perturbación en todo el mundo.
El Político
El 11 de marzo de 2023, se cumplirán doce años desde que Japón sufrió un poderoso terremoto que desencadenó un enorme tsunami, con olas de 13 a 14 metros de altura que dañaron los generadores diesel de emergencia de la planta de energía nuclear.
Esto provocó el desastre nuclear de Fukushima, el más grave accidente nuclear desde el desastre de Chernobyl en 1986, clasificado como nivel siete en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES).
La simpatía internacional por Japón y las ofertas de apoyo después de la catástrofe fueron abundantes, pero los propios japoneses estaban indignados por lo que percibió como "una campaña oficial para minimizar el alcance del accidente y los posibles riesgos para la salud".
Lo que admitieron
Las autoridades nucleares luego admitieron estándares laxos y supervisión deficiente. Fueron fuertemente criticados por su manejo de la emergencia y por retener y negar información perjudicial en un intento de "limitar el tamaño de las costosas y perturbadoras evacuaciones en Japón, donde la tierra es escasa, y evitar el cuestionamiento público de la políticamente poderosa industria nuclear".
Investigaciones independientes sobre el desastre de Fukushima mostraron la naturaleza provocada por el hombre de la catástrofe y sus raíces en fallas regulatorias envueltas en una "red de corrupción, colusión y nepotismo". Un informe del New York Times encontró que el sistema regulatorio nuclear japonés consistentemente se puso del lado de la industria nuclear y la promovió basándose en el concepto de amakudari ("descenso del cielo"), en el que los reguladores senior aceptaban trabajos bien remunerados en empresas que alguna vez supervisaron .
En 2021, debido a la presión internacional, Japón archivó la decisión. Se esperaba que, siendo la tercera economía más grande del mundo, Japón optara por construir más tanques en Fukushima para almacenar permanentemente las aguas residuales. 2022 se prolongó, pero ahora, según los informes, Japón aparentemente tomó una vez más la decisión imprudente de contaminar el Océano Pacífico, a costa de la salud de los residentes locales y las personas en la región de Asia-Pacífico.
Liberación de agua contaminada
El Gobierno de Japón ha estimado que la liberación de aguas contaminadas de la planta de energía nuclear de Fukushima, se realizará “alrededor de esta primavera o verano”, doce años después del desastre provocado por un terremoto y un tsunami.
El Ejecutivo nipón ha realizado este comentario después de realizar una reunión ministerial en la residencia oficial del primer ministro, Fumio Kishida, en la que se ha valorado el tiempo requerido para la construcción de un túnel submarino que liberaría las aguas, según ha informado la cadena NHK.
Esta medida alarga el plan inicial de la Compañía Eléctrica Tokyo Power (Tepco), que apuntaba como objetivo iniciar las labores de expulsión de aguas en la primavera de este año, después de filtrarlas con la intención de diluirlas en agua salada y echarlas al mar.
TEPCO afirma que tiene varios sistemas de filtrado que permiten eliminar la mayoría de los 62 elementos radioactivos presentes en el agua, incluyendo el cesio y el estroncio, pero el tritio no ha podido ser retirado con las tecnologías existentes.
Como una medida de tranquilidad por parte de los expertos, se han reseñado estudios que indican que el tritio solo es perjudicial para la salud humana en altas concentraciones.
Fuente: Semana